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El Precio del Amor Silencioso

El Precio del Amor Silencioso

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1661    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:31

ba para salvarlo. Hoy, él regresó a mi vi

era pasar ese tiempo con mi hija, Kenia. Pero la hermana de mi difunto esp

ogado de la contrapar

indiferencia, mientras su clienta me abofeteaba. Me ame

-. O te veré en la corte, y te lo

iendo. Solo sabía que me odiaba, y que ahora tenía una nueva

para que pudiera tener un futuro. Pero mi sacrificio lo había convertido en

y la envié lejos. Mientras él celebraba el nacimiento de su nuevo

na carta que reduciría su

ítu

Elisa

he amado para salvarlo. Hoy, él regresó a mi

a mesa de caoba pulida, Guadalupe Roldán, la hermana de mi difunto esposo por conveniencia, se s

instalaba en mis huesos. Leucemia, habían dicho los doctores. Una bomba de tiempo que no podía permitirme ver explotar. So

a publicidad de un juicio, esperando que un acuerdo si

a se abrió y mi m

io Fl

era un extraño, esculpido en hielo y ambición. Su traje era impecable, su mandíbula dura como una piedra, y sus ojos -esos mismos ojos profundos en los que una vez m

, chillona y áspera

Mírala, Braulio. Ni una l

mirada fija en la

oz-. Mi hermano fue un buen hombre, un santo, al aceptar a una mu

unos cincuenta años con a

ntengamos la compo

oró, con los ojo

rimiento emocional de mi hermano. ¡M

adalupe -dije, mi vo

gritó, abalanzánd

izo girar la cabeza. El ardor fue agudo, pero no fue nada compa

tras veía a su clienta agredirme. El Braulio que yo conocía se habría lanzado

mente absorbí el golpe, con

vista de emoción. Era la voz de un abogado controlando un tribunal,

surcado por la lluvia y las lágrimas, rogándome que no lo de

colocó un expediente so

ma e

nosotros. Pensé en la vez que garabateó "Amaré a Elisa Montes para siempre" en una serville

os. Su rostro, roto y confundido mientras yo escupía las palabras más crueles que pude inventar. *"Fuiste mi ob

a protegerlo de los usureros y criminales que la ruina de mi padre había desatado. Pero en esta

ento pero todavía vibrando de rabia-. Nos debes. Si no puedes pa

lpe, un rugido protecto

arás a

aba violentamente. La quimioterapia me hab

un arreglo de negocios. Él necesitaba una cuidadora y yo necesitab

lló Guadalupe-.

enó Braulio, y

u mirada gla

nca pensé que vería el día en que estar

ración. Sabía exacta

está dispuesta a aceptar cinco millones de pesos. Un precio pequeño para quedar

n su rostro esa última noche, en cómo se desplomaron sus hombros, la imagen de su silueta rota g

la confesión costándome el poco orgullo

omo hielo quebrándose-. Esto es un asunto legal, no una histo

te, golpeando con un de

corte, y te lo quitaré t

un camino por mi mejilla. La limpié con

era precioso, y no lo iba a pasar luchando una batalla perdida contra el hombre q

desvanecía de mis o

voz un susurro bajo y escalofriant

arga se dibujó

un cadáver an

antalla de él y una mujer hermosa y de aspecto delicado, con la cabeza apoyada en su hombro. Adriana de la Vega. Su familia había orque

nía una familia.

a y secreta esperanza a la que me había aferrado durante seis a

laban tanto que el bolso se resbaló, y su contenido se derramó por el suelo. Labiales, monedas y una docena

e mi rostro al suelo, y luego de vuelta a mí. Un destello de

a mí, su voz pel

s de que pudiera responder, sus ojos se

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