Perdimos a nuestro bebé, encontramos su traición
de embarazo positiva por la que tanto habíamos rezado. Le prepa
mensajes fríos y la publicación arrogante de ella en Instagram me provocaron
ospital, me acusó de fingi
-escupió con desprecio-. Harías lo que
a todos, intentó obligarme a beber whisky. El estrés, la caída... fue de
lérgica al pepperoni. Fue lo primero que le dije en nuestra primera cita. Él
o merecía a nuestro hijo.
o cubierto por una máscara de falsa preo
Quiero el
ítu
Torr
la que habíamos rezado durante cinco largos años, la no
apa al ajo. Una sola vela parpadeaba entre dos copas de vino tinto, proyectando un cálido resplan
ía que la cena pareciera sacada
e: Feliz aniversario
speranza se apretó en mi pecho. Quizás lo había recordado
ndo el discurso de la iniciativa de transporte. Maña
e esperanza en mi pecho se disolvió, ree
tro anivers
ebraremos este fin de semana. Te lo p
ortante*. Más importante que cinco años de matrimonio. Más importante que la promesa que
plato -el filete perfectamente cocido, el cremoso puré- a la basura. El sonido del
do ignorarlo. Igual que había ignorado mi cumpleaños el mes pa
ica a los mariscos, que su pluma favorita era una Pilot G2 de 0.5 milímetros, tinta negra. Conocía esos pequeños e insignificant
rudas, innegables. Después de años de citas en clínicas, procedimientos invasivos y negativos desgarradores,
l primer bocado a su filete. Imaginé su rostro iluminándose, la sorpresa y la alegría borrando la
te. Era una notificación de Instagram
nte sonreía, una sonrisa genuina y relajada que no había visto dirigida hacia mí en meses. El pie de foto decía: *Quemando las pestañas co
a que yo le había comprado en Navidad. La que, se
sicamente, todavía no. Pero emocionalmente, él ya me había dejado por ella. Había cambi
s tan intensa que me hizo girar la cabeza.
fría y poco apetitosa. Tomé mi tenedor y di un bocado. El rico sabor del
volvió abrumador. Empujé mi silla hacia atrás, mi mano vol
re. No era el dolor sordo del abandono al que estaba acostumbr
mbre, más violento que el anterior, me hizo estrellarme contra la pa
Una humedad pegajosa y cálida
ncha c
o, no
stra oportunida
rlo. Tenía que ll
a una ola implacable que me arrastraba hacia el fondo. Alcancé mi teléfono, mis ded
. El dolor alcanzó su punto máximo de nuevo, y un grito se desgarró de mi gargan
con tanto esmero llegaba desde la cocina, una cruel
añé, tratando de arrastrarme hacia afuera, de
agarme por completo, la puerta del departa
? ¿Está
as lo conocía, solo salud
on los ojos suplicantes, mientras otra ola de a
el pitido rítmico de una máquina. Una docto
. Le hemos dado algo para detener las contracciones, pero necesit
o cuenta de que estaba derramando se des
u mirada recorriendo la habitación vacía-
y ahogado esca
está. En algún lug
la doctora, su voz suave
-