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Del peón de él a la reina de ella

Capítulo 3 

Palabras:1075    |    Actualizado en: 12/09/2025

s días. Las luces de la ciudad se extendían debajo de ellos como una alfombra de estrell

lica que llenaba el coche de una tensión sofocante. Cuando llegaron, él mismo cargó su equipaje,

bitación principal

n que guardaba los fantasmas de su aventura secreta. La idea de dormir en esa

que pretendía-. No me quedaré mucho tiempo. Solo ha

n? ¿frustración?- cruzó su ros

o de

de de la cama, mirando las paredes en blanco, contando los días hasta su boda. Once días más. Once días hasta que pert

cocina. La tensión de la noche anterior t

ió ro

, su voz deliberadamente casual mi

leyendo las noticias f

anto de qui

era una respue

Debe ser agradable tener a alguien tan... en deuda contigo. Alguien con

antó la vista,

emos una histori

es complicad

su ta

a ha pasado por suficiente. N

ara. Estaba protegien

quebradiza, esca

terponerme en tu... complicada historia. D

nversación dejándole un sabor agrio en la boca. Él había construido u

el lado izquierdo de la cama, cómo el sonido de su respiración constante una vez había sido un consuelo. Ahora, el silencio de su habitación al final del pasillo era un

, se le acercó c

e. En casa de un socio. Q

preguntó ell

quedes aquí sentad

este apartamento silencioso era sofoca

slumbrante lleno de la élite de la ciudad. Al entrar, una mujer

abrazo familiar. Se apartó y sus ojos se posaron en Catalina, su sonrisa v

jo Catalina, su v

nir -dijo Camila, recuperándose rápidamen

ara celebrar el regreso de su rival. La humillación fue un golpe físico que le robó

reocupación-. Sé que las cosas deben ser difíciles para ti aho

ra que los que estaban cerca las oyeran. Las cabezas se gi

Catalina con los

mila se llenar

ido nuestras diferencias, pero de verdad quiero ayudar. -Solloz

atalina, su pac

a, volviéndose hacia Alejandro, su labio infe

zo reconfortante alrededor de los hombros de Cam

a. Es su

a Camila, su cabeza inclinada cerca de la de ella. La escena fue un golpe directo a su corazón. Nunca le había mostrado

or ella. Quizás incluso la amaba. Y ella, Catalina, solo había sido una distracción, un "

la esperanza que había alimentad

tos rígidos y robóticos. Necesitaba un trago. Necesi

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