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Del peón de él a la reina de ella

Del peón de él a la reina de ella

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2140    |    Actualizado en: 12/09/2025

entura secreta y apasionada con Alejandro Cienfuegos, un poderoso CEO tallado en hielo y pura lógi

olo me estaba "domando" como un favor para otra mujer, Camila, la frágil

rotegió, la defendió, y cuando un depredador me acorraló, me abandonó para correr a su lado. La traición definiti

jó frente a Camila, protegiéndola con su cuerpo y dejándome a mí sola para enfrent

único que podía hacer. Le prendí fuego a su mundo perfecto, acepté la propuesta de matrimonio de un amable multim

ítu

Valle era u

periodista de investigación cuyo nombre en los titulares era una fuente constante de an

ad de México, era otra persona. Aquí, era un secreto, una pasión, una torme

a un hombre hecho de hielo y lógica. Su poder era controlado, sus emociones una bóveda cerrada co

da, un choque de dos mundos que nunca de

a punto d

ombre que su padre necesitaba, un líder sindical corrupto cuya caída arruinaría el último proyecto de l

por la tela almidonada y rígida de su atuendo de trabajo. La transformación s

labra una suave súplica en

acomodó la corbata, usando e

nta del conse

ncé

olteó, su rostr

no puedo

tín, sus movimientos precisos y económicos. No hubo un b

o, un nudo de desesperación

n clic, dejándola sola en el vasto y vacío espacio. Más tarde. Sus

sos. No esperó. Tomó su propio teléfono y marcó al

i padre q

ilencio atónito al o

s la propuesta

da perdida-. La alianza matrimo

señada por el Senador del Valle para asegurar una donación masiva de campaña d

dió, su voz bajando a u

lina. El Senador

mañana. Quiero que el comunicado

ó el hombre, loco de ale

ayendo sobre ella como un sudario. A

mesita de noche. El dispositivo personal de Alejandro. Nunca lo dejaba. Un pav

amila de

ce. "¿Estás bien, Alejandro? Escuché que

able. Años atrás, Camila había asumido la culpa de un escándalo de espionaje corporativo que habría destruido la carrera de Alejandr

guía una pista. Había aparecido en la puerta de Alejandro, magullada y temblando. Él la había mirado, su rostro u

re había preocupación.

ose en su mente. Se suponía que él estaba en su oficina para una junta

mientras el taxi se acercaba al rascacielos de Cienfuegos Systems, lo vio. No es

estab

ó al conductor y se deslizó fuera del coche, escondiéndose detrás de u

inó, su expresión inusualmente suave. Dijo algo que Catalina no pudo oír. Luego, ex

sintió como un golpe físico. Nunca la habí

en un rugido sordo. Los cimientos de su vida secreta

perdonar. Se la había entregado a Alejandro hacía dos años, una hija salvaje para ser "domada" por un homb

oficina con cien gatos negros, un homenaje a su naturaleza elegante y depredadora. Hizo todo lo posible para romp

vo un efecto inesperado. No lo noqueó; le arrancó sus capas de control, dejándolo crudo y vulnerable. Esa noche, en una neblina de confusión

idad, ella se había enamo

e el poderoso CEO y la periodista rebelde podían existir sin juicios. Ella pensó que él

remonia de premiación donde él estaba siendo honrado. Compró

ca apa

a, cenando en un restaurante exclusivo. El titular decía: "El magnate tecnológi

y había roto un jarrón carísimo, los fragmentos de crista

la había mirado a ella. Había

impieza se encargue de e

con una ternura que nunca le mostró, fue el golpe final y fatal. No se trataba solo de la deud

ón. Ya no era solo un peón en el juego de su padr

egreso a la mansión de la familia De

Valle, en su estudio, con su madrastra y

sonrisa adornando sus labios-. La alianza con

-dijo ella, su voz d

risa v

uál

en el apellido Del Valle. Iré a Monterrey como Catalina H

scara de incredulidad y furia. Elena, sin emba

o ridícula -

ión? ¿Recuerdas el fondo de pensiones del sindicato que "manejaste mal" hace una década? ¿El que desapareció justo antes d

sonrojó de ira. Se levantó, su ma

voz temblando-.

ás, Damián. La empresa de Jaime Alcázar se especializa en seguridad de datos. La más avanzada del

rumbarse. Los sollozos sacudían su cuerpo, lágrimas de dolor por un padre que nunca la amó y un hombre que le había roto el cor

as, escuchó voces en el pasillo. La voz de su padre, cálida y pate

querida. Este siem

e estaba llevando a Camila a la habitación justo enfrente de la suya. La habi

a habitación de s

alina. Cerró la puerta en silencio. No qued

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