El cielo la mandó, el infierno la obedeció
r a Eliana Murray, pero una extraña presión
n dos mujeres de mediana edad. Una de ellas la sujetaba por los
dijo Eliana, y, sin pensarlo, lanzó una p
asta que cayó al suelo con un g
a, cómo duele!", gr
es de Eliana y se apresuró a ayu
tuvo en seco al sentir la áspera soga que le mordí
a haberse dormido en casa de su madre adop
ridas, con una puerta asegurada por un cerrojo oxidado. Un únic
su compañera, le gritó a Eliana: "¡Perra!
arla, pero la otra muje
einta mil por ella, y con esa car
brazo. "Le dimos suficiente sedante como para tumbar a un caballo. No entiendo c
os ojos y preguntó:
rato es comprobar si sigues siendo
r si era virgen? ¡Qué ridículo! No tenían ni idea de con quién se estaban m
o; una sola palabra suya bastaba para destruir a
filados brillaron mientras forcejeaba
? ¿Quiénes so
. Había dejado todo en Eighvale al enterarse de que su madre adoptiva, Jane
guiente. En lugar de eso, despertó atad
"Janessa te vendió. Coopera y tal vez te consigamos un buen hombre. Si te
guntó Eliana, incrédula, como si acabara de
entonces, la exhibía como su "hija adoptiva", aunque todos sabían que en r
erminables, manos llenas de rasguños y un
idad pudo. A los doce años, ya tenía los
euda que sentía por el tec
le de dinero. La cantidad total que le había dado a su madre adoptiva podría
ue Janessa estaba en su lecho de muert
ue jamás imaginó: la habían vendido p
anessa la recibió con so
había cambiado. En realidad, Janessa
Udrerton. Debió haberles hecho caso, porque en
o. Las cuerdas cedían, sus dedos arañaban los
e incrédulo: "Están locas. Janessa nunca me
tiempo fuera. Su hijo Neal está a punto de casarse con la hija de u
as! Tenemos que confirmar si todavía eres virgen. Si no lo eres, no pagaremos el resto. Y ni se te ocur
a y peligrosa. "Ahora veremos
s. Se abalanzó hacia adelante, agarró a la muje
garre de Eliana. Su rostro palideció, para luego tornarse de un rojo in
pero Eliana le soltó una patada en e
d y, con una tos húmeda, escupió
ntró la voz para grita
por la puerta con garrotes y lueg
n movimiento de manos más rápido de lo que ellos
n paralizados, sorpren
s patadas de Eliana los dejaran tendidos en el s
había arrojado antes intentó sorprenderla
iente, Eliana se giró y la noqueó
l cobertizo en llamas. La intensa luz d
dor, ignorando los gritos débiles y de
Su atención estaba fija en la residen
de personas no m
to, los Holt pa
ando unas voces re
Que traiga
a los aldeanos, que corría
Eliana mantuvo la cabeza gacha y se escabulló entre la m
egar a la casa
o una nube de polvo, pero en cuanto entró
uró, mientras una fina sonris
dían esconderse. Los rastrearía ha
a; ahora era el momento de ajustar cuent
habitación de niña: un cuartucho sofocante habilitad
léfono que guardaba bajo la almohada habían desaparecido. Dentro
que volver a Eighvale fu
so que podría encontrar un teléfono en el pueblo
os pasos apresurados resonaron desde
ozó una sonrisa afilada. Debían de ser l
en una hoz que estaba apoyada contra la pared,
ta no era ninguno de los Holt. Frente a ella habí
de barro y el cabello revuelto por el viento. Detrás de él
a un costado, Eliana pre
lta, sobresaltado, y se
. Ella vio la incredulidad apoderarse de él, seguida de una i
¡Lia!", gritó, corriendo ha
so, cuando la hoja de la h
ás y le cortarí