Su Venganza, Su Vida Arruinada
o no se
mando. Miré a Bernardo Serrano, cuyo r
mía. Puede salvar a su hija, o puede seguir prot
e a él en su pulcra oficina de caoba. Ni siquiera
puede hacernos ver cosas que no están ahí. El médico forense es el mejor del estado.
o su escritor
animal y lo dejaron morir al costado de la carr
toxicológico lleno de opioides y una declaración de su novia sobre su depresión. Su 'evidencia' est
de la oficina ese día, ac
tra la Fiscalía, Caro
mi hijo vibrante y risueño cruzando la línea de meta, con los brazos en alto en señal de victoria, s
o jadeó cuando tomé la segunda herram
rano cayó d
haz algo! ¡Dale lo que quiere! -chilló, a
postura desaparecida-. ¡El informe dice
uve las pinzas sobre e
la delicada piel de su antebrazo. No rompí la piel, pero apreté l
de la niña se sa
-repetí, mi voz en
a lo lejos, un lamento lúgubre que era demasiado poco, demasiado tarde. No me encontrarían. La transmisión se estaba enrutando a travé
en el feed eran
o. Encuéntrenl
e den la inye
o que te pudras en el infierno por
ue me maldijeran
. Yo ya estoy en el infierno. He estado allí desde el día en que me arrebataron a mi