Su Juego Cruel, Su Corazón Roto
r con su fiebre. Recordó las palabras de Héctor de la noche anterior, la c
mente era bienvenida. La puerta estaba ligeram
idea, Héctor? Un secuestro falso pa
s dos atadas. Yo en una videollamada. Tendré que elegir a qui
de Kenia
e se lastima? -preguntó Estela, con un
colchón de aire. Es la broma número 98. Nece
Donde planeaban revelarl
ntir lástima por ell
Kenia contuvo
un sonido frío y vacío-. Nunca. Esto siemp
la, satisfecha-. Sabía que
ía que no podía respirar. Cada palabra de amor, cada caricia
n, colapsando en la ca
arde, sonó su ce
ño -dijo, su voz llena de una calidez fals
en un acantilado. Dijo que era urgente, para un negocio
nte ese vestido blanc
número 98. Pero su pasaporte y su identificación seguí
ación justo después de que entregues el a
opción. -Está
lía. Cuando finalmente llegó a la villa, el sol se esta
la agarraron por detrás. La arrastraron adentro, la a
ada a una silla frente a ella. Estela estaba llorando,
. La pantalla parpadeó y mostró el
Ayúdanos! -
electrónicamente, dijo: -Héctor de la Torre. Solo puedes s
una máscara de angustia.
na pizca de esperanza. ¿La elegiría a ella? Después
n un momento de vacilación-. Pag
una falsa piedad. -Lo siento mu
o co
de Kenia murió, fi
y se la llevaron. Kenia se qued
ella. La arrastraron hacia una gr
nó uno de ellos-. A
le azotaba el pelo en la cara. Abajo, solo ha
ró, sin saber a q
e gritó su nom
acababa de condenarla a muerte? Sintió como si
-dijo el hombre-,
que él le había pedido que hiciera por él. Incl
la soltó d
l borde. Mientras caía, una extraña sensación de paz
os, esperand
nunca
suave, elástico.
as máscaras. Eran los amigos de Héctor. Estela estaba allí, mi
giría a ti? -se burló uno de el
ba -se rio otro-. Incluso g
a a su alrededor. La humillación fue un golpe físico, peor que cualquier caída.
ía caído p