La sombra del imperio
presa. Era un evento destinado a fortalecer alianzas y exponer el poder de su imperio. Sin embargo, en medio de los discursos y el bu
la lámpara sobre la mesa iluminaba el rostro de un joven Andrés. Su aspecto ya denotaba cierta seguridad, pero no era el hombre que Margarita conocía hoy. E
o Andrés, con una mirada que transmi
la primera vez que alguien acudía a ella con promesas vacías. Pero algo en la actitud
cruzando los brazos sobre el pech
ella, consciente de la diferencia
los recursos, y yo... tengo las habilidades para hacer que tu imperio se ex
o. Andrés no le estaba pidiendo dinero ni favores personales. Él entendía la dinámica del poder, aunque de una manera r
s - dijo finalmente, sin rodeos. - Pero, si quier
ntender completamente a qué s
un matrimonio, Andrés. Uno de conveniencia. Tú ganas acceso a mi mundo,
onado ni amor ni afecto en ningún momento. Para ella, esas eran debilidades
io? - repitió
ó, su mirada frí
engo: poder, influencia, riqueza. Y yo... obtendré algo mucho más valioso que
pero sí algo mucho más intrigante: una lógica que no podía rechazar. Margarita estaba ofreciendo una estruc
u poder? - preguntó Andrés, c
onrió, pero la
te propusiste en tu carrera. La oportunidad de ser alguien, de ser grande.
hasta qué punto sería capaz de mantener el control sobre la situación, sabía que Marg
- dijo, s
ir si querían que todo funcionara. No hubo romanticismo, ni flores, ni promesas de amor eterno. Solo el entendimient
les socios a ser una figura pública indiscutible. Su matrimonio, aunque sin emoción, resultó ser una máquina bien engras
bía que, aunque no se lo dijera, Andrés siempre había deseado más. Quería ser el dueño de su propio destino, ser el hombre que di
iones públicas ni en los eventos de gala, donde su papel como esposo le servía perfectamente, si
entró a su casa para encontrar a Andrés sentado frente al
cortante, sabiendo qu
ima del hombro, si
- respondió
n paso hacia él
cidad, Andrés, es para el poder. Y no me importa si estás conten
apagando la televisión y
n hombre que no tenga deseos de vivir,
Siempre había sabido que Andrés no estaba completamente entregado, pero
ijamente, sin mostr
que realmente te importa. El matrimonio es lo que es. L
artían amor, el pacto seguía vigente. Y mientras él pensaba en
punto álgido, pero las grietas, aunque pe