Abandonado a la Muerte, Encontrado por el Amor
mente clara. La fiesta estaba terminando, pero u
illa, un inversionista borracho miránd
-arrastró las palab
ofía, su voz temblando con lo
rayo. Cruzó la habitación en tres zancadas, agarró al inversio
u rostro contorsionado por una furia que nun
díbula. El sonido de hueso contra hueso resonó en la ahora silenci
La gente gritaba. Los amigos del in
o. Era Leo, el amigo de Ma
ca a la que podría escuchar. Es
sta sería una pesadilla de relaciones públicas. Era mi deber como su
cansado suspiro, d
ya es su
su brazo. Fue com
esorbitados y desenfocados. Cuando me vi
itó, y con un violento encogimiento d
able por mis heridas y el resbaladizo suelo de mármol, me hizo tr
a
el pavimento, se estrelló contra la esquin
. La habitación se inclinó, las luces se convirtieron
mano volando hacia mi cabeza. Vo
escuché la voz de Sofía, una mezc
le los brazos al cuello-. Ese hombre e
olvidó la sangre, me olvidó a
vizándose al instante. La tomó en sus brazos, acuná
mi dirección. Me dejó arrodillada en un charco creci
solidificándose en mi mente. Me dejarí
do los muebles como apoyo. Leo se apresur
, tenemos que lle
orprendentemente fi
pequeño rastro de sangre detrás
que coincidía con la desolación de mi alma. Tomé un taxi, los ojos del conductor se
igada a llamar hogar por ahora, fue un borrón de dolor y luces de la ciudad
é y vendé el corte en mi cabeza yo misma, mis movimientos lentos y delibera
jo en el espejo. No reconocí a l
a, había recuerdos de mis tres años con Mateo. Una flor seca de nuestra primera cit
llevé a la chimene
llamas. Vi las fotos enroscarse y ennegr
mpre. Me había prometido prote
hermosa y trágic
repentino y violento desde el exterior me sobresaltó. El sonido de
golpe. No era Mateo. Eran dos extraños grandes y amenazantes. Uno de ell
pensamiento consciente fue un destel
con las manos y los pies atados con cinchos de plástico. El
ascivamente, su rostr
. Miren qui
de puro terror i
ara divertirnos contigo antes de deshacernos de ti. Parece que no
teo? No. No
vengativa, pero este nivel de violencia... parecía orq
alcanzó la cremal
lvajemente, pateando con todas mis fuerzas. Mi pie con
puerta trasera de la camioneta. No estaba bien cerrada. Se abrió de golpe
mi corazón martilleando con un terror tan profundo que era paralizante.
por mi