Su Amor, Su Prisión, Su Hijo
ía como una broma cruel en comparación con el infierno que ardía dentro de mí. Esta era la solución final de Alejandro. No solo castigaría mi presente
del último deseo de mi abuela era un mantra
nsos que me robaron el aliento. Me mordí el labio para no gritar, saboreando el regusto co
Una tos violenta sacudió mi cuerpo, y escupí
gaz, un destello de algo, inquietud, tal vez, cruzó sus rasgos perfectos.
espetó a una sirvienta
ra a través del dolor. "Ningún
ez más. Se dio la vuelta y salió de la habitación, dejándome
omacal, y el mundo se desvaneció y reapareció en olas de agonía e inconsciencia. Desperté no en un h
Me sentía vacía, una cáscara frágil q
nta que no reconocí estaba allí, su rostro una mueca de desprecio. Me arroj
de encaje negro que parecía pertenecer a un club de st
irvienta, su voz cargada de bur
Aparté el vestido como si f
Me arrancó la manta y, con la ayuda de otra sirvienta, forzó mis miembros protestantes a entrar
ida de un espejo del pasillo, me vi a mí misma. Era un espantapájaros vestido con los harapos de un
de cristal y cubiertos relucientes. Alejandro estaba sentado a la cabecera d
Iba a vender mi último jirón de dignid
ños, estaba sentado frente a Alejandro. Sus ojos recorrieron
rometiste, Alejandro", bramó el hombre, lamién
s. "Señor Ramírez, Natalia está aquí para a
ando a este cerd
Tropecé hacia atrás, tratando de huir, pe
lágrimas corriendo por mi rostr
y se acercó pesadamente a mí. "No te preocupes, querida. Tu espos
o mi brazo. El mundo giró, y mi último pensamiento c