Votos Rotos, Amor Silencioso
ara llegar a fin de mes. Isabela Krauss era la hija del magnate tecnológico más rico de la ciudad, brillante, popular y completa
y el privilegio. Eran la pareja perfecta. Isaac los observaba en los pasillos, con un dolor fa
mo año cuando la vio de nuevo. Estaba sentada sola en la biblioteca del Tec, luciendo más pequeña y vulne
Era inteligente, decidida y tenía un miedo profundo de no estar a la altura de las expectativas de su familia.
sma. Sus sentimientos por ella se profundizaron en un amor silencioso y constante, pero
le ofreció un trabajo en la emp
aac -había dicho. Él aceptó sin dudarlo, so
rompió, pero sonrió y la felicitó, enterrando su dolor tan profundo que ella nun
ino el
na falla eléctrica catastrófica. El edificio se incendió con ella y su madre, Elena, atrapadas
la calle, viendo arder el edificio, con el rostro pá
trar a su madre inconsciente a través del humo negro y espeso. Se echó a Elena sobre el hombro y guio a una Isabel
Rodrigo, al ver la magnitud de las lesiones de Elena y el potencial de un escándalo corporativo, desap
a culpa y el dolor. E Isaac estaba allí. Nunca la dejó sola. Se sentó con ella en el ho
ernaran en un centro de cuidados a largo plazo. Aprendió sus rutina
u trabajo y, con el apoyo silencioso de Isaac, salvó la empresa
ncendio, se volvió hacia él, con los ojos lleno
-preguntó-. ¿Por
ó, con el cora
la mano y le
conmig
edó a
o. No me debes nada. -Tenía que sab
mente a los ojos, co
lo desarmó-. Es porque te amo.
nto que ignoró la pequeña voz
l. Después, se fueron a casa, e Isaac ayudó a Isabela con una nueva propuesta de producto
tró el hogar y fue el cuidador inquebrantable de Elena. Puso sus propias ambiciones
gotada por el trabajo, y lo enco
-decía, besánd
ndía él siempre-. Te amo. Eso es
a con solo el sonido de un ventilador com
era ganar con devoción. Y la gratitud, ahora se daba cuenta