Las cicatrices innegables de una esposa
ga. El teléfono sonó dos veces antes de que contestara, su
ncelar nuestro día de spa de mañana. ¿Damián
blar, pero solo sali
tás bien?", la voz de Sofía
voz quebrándose. "Nece
ián? ¿Ese imbécil p
grande, demasiado monstruosa. Sentía que si lo decía e
"El que me contaste en París. La licitació
Moreau? Elena, eso es un compromiso de dos años. Me dijiste q
ue se me revolviera el estómag
demonios es
rotos y respiraciones entrecortadas. El parque. Ximena. El niño que lo l
hijo de puta. Ese pedazo de basura absoluto. Después de todo lo que has hecho por él, por ese matri
eaba. "¡Y todavía estás embar
ntre plano. Un gesto protector, instintivo. El bebé. Nu
e mi cuerpo se sintiera como una zona de guerra, la aplastante decepción mes tras mes.
mente tranquila. "Necesito irme. Ahora. Me encargaré de l
vemente, la pregunta flotan
ondí. N
l hogar que ya no sentía como mío. Era tarde cuando llegué. La casa estaba enc
esa de centro rebosaba de colillas de cigarro. Él nunca fumaba. Solo cuando estaba bajo un estrés extremo.
dedor, sus rostros grabados con miedo. Tenía u
o en sus ojos fue reemplazado por una ola de alivio tan potente que era cas
do loco. No contestabas tu teléfono". Enterró su rostro
omo una violación. Lo a
un destello de confusión en s
ntí, mi voz plana. "Se
ndose. "Te dije que siempre lo mantuvier
ntrol. Cualquier desviación de mi rutina, cualquier llamada sin respuesta, resultaría en un
se suavizó. "Lo siento, no estoy enojado. Solo preocupado". M
La abrió para revelar un collar de diamantes, un diseño dife
sta?", preguntó, sus ojos llenos de lo
as. La hipocresía era impresionante. Estaba tratando de comprar
i rostro una má
¿No te gusta? Está bien, puedo conseguirte otra cosa. Lo
y esponjoso cachorro de golden retriever. Gimoteó suavemente, sus ojo
Recuerdas a Sol? Estabas tan desconsolada cuando murió. Sé que s
por mi rostro. Sol había sido mi perro de la infancia. Damián lo había odiado, siempre estornudando y quejándose, pero había tolerado al perr
ueñas cosas que significaban el mundo para mí. Y usaba es
ó de mis labios. Este hombre, este monstruo, me co
e. Pensó que había ganado. Pensó que esta pequeña criatura pelu
brazos, y le hice la pregunta que había
¿todavía
estaba en la mesa de centro, cobró vida. La pan
me
en mi garganta. El mun
teléfono. "Es solo trabajo, mi amor. Un problema en la oficin
to prolongado. "Tengo que irme.
vuelta p
alejarse, otra mentira saliend
pomo de la puerta, habl
per
tello de impacien
n la esquina, saqué un archivo del c
irmar esto a
una precaución en la que Sofía había insistido después de la primera vez que
rior, en negritas. Damián Córdova