Las cicatrices innegables de una esposa
ibración una tercera presencia en el sofocante silencio de
ma en la mesa del recibidor. Garabateó su nombre al final de la última pá
de compras. En eso se habían convertido mis n
en la frente. "Compra lo que quier
o se
mi mano. Acababa de firmar el fin de nuestro matrimonio como si fuera un rec
ña cabeza contra mi pecho, y la frágil presa que cont
o de nuevo. Grabar la realidad de su traición en mi cerebro hasta
imena lo esperaba en la puerta,
n golpe físico. Los mismos ojos oscuros e i
ro enterrado en su hombro. "Mateo te extrañó muc
su mano acariciando su cabello. Er
cticados. Sostuvo a Mateo con una ternura que yo solo había soñado recibir. La forma en que
nte, murmurando tonterías hasta q
pó de mis labios antes
i vientre durante horas, contándole a nuestro hijo no nacido historias sobre su día, prometiendo enseñarle a navegar, a construir cosas.
a su preciosa esposa, mientras su verda
, la odiaba más a ella. Ella había orquestado todo
de ella como si fuera lo
ngre. Me obligué a mirar, a grabar la imagen en mi m
de mi cabeza. "Mira lo que es. Olvida al
imas finalmente cayendo,
rar por el hombre que perdí. Y luego, mañan
pezar a hacer preguntas. Los niños en el parque ya lo molestan por no tener un papá". Dejó escapar un suspiro
a la perfección. La pecadora
a Mateo a casa. A tu casa. Solo por un tiem
pacio, plantar su bandera en mi territ
en mi pecho. No lo haría. No podría. Nuestro hogar era nuestro santuario. Era p
latidos de mi propio corazón, un tambor frenético contra el
, Damián.
e Ximena y al niño dormido en sus br
, asi
á bi
ue un disparo en l
o se rompió. Se c
or, mi esperanza, mi dolor, todo fue una apu
ía perdi