Las cicatrices innegables de una esposa
as rosas en la prueba de embarazo se sentían como un milagro. No podía esperar para decírselo a m
mujer y un niño pequeño. El niño, que era idéntic
abía empujado "accidentalmente" por las escaler
tenía cu
lloraba por nuestro hijo perdido... todo era una mentira. Tenía
ntentando tener un bebé que él ya tenía? Me llamó "estúpidamente enamorada"
su propio secuestro y me culpó, él ordenó que me secu
una bodega, me pateó en el estómag
a menor idea
ítu
e alegría pura y sin filtros me invadió. Después de siete años de intentarlo, después de la desolación de un ab
ontra mis costillas. Ten
real rompiendo esa intensidad concentrada que siempre llevaba como CEO de una em
endo con ideas para decírselo. Tal vez compraría un par de zapatitos y los pondría
re de espaldas a mí estaba arrodillado, sus anchos hombros me resultaban familiares. Hablaba co
tó, girándose ligeramente,
Da
Dam
n, colocando una mano en su brazo. Le s
ló en las venas. C
ía cinco años, causando mi primer aborto. La mujer que Damián había jurado que despreciaba,
cabello oscuro de Damián, su mandíbula afilada. Envolvió sus pequeños brazos alrededor del c
ap
ra que no había visto en años. Se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Ximena. No
s niños riendo- se desvanecieron en un rugido sordo. Sentí las pierna
stra boda. Los mensajes anónimos y crueles que recibí du
Elena. Aléjate de e
s de restricción. Había cambiado su número. Había jurado que
el olor estéril, el rostro compasivo del doctor. "Lo siento mucho, s
nudillos estaban blancos, su rostro enterrado en mi cabello mientras yo sollozaba. Me lo había promet
a. Con ella.
fami
nza, el amor que había vertido en él, de repente se si
al? ¿Era esto una e
telón de fondo de una tarde soleada. Ximena, Damián y su
o, vamos por
que saberlo. Empecé a seguirlos, m
n mi bolsillo. Un
a junta aburridísima. No puedo esperar a
rme y apoyarme contra un edificio, mis nudillos blancos mientra
cada noche de llanto. Investigó cada nuevo tratamiento, se sentó conmigo durante
ena, no importa. Te tengo a ti.
rimental en Houston, un viaje que finalmente fracasó pero que se sintió como el gesto rom
os todo juntos. Que nuestro amor
de sus palabras
n. ¿Quién era este hombre? ¿El hombre que me abrazó mientras lloraba a nuestro hi
a pocas cuadras de distancia. Un lugar que nunca hab
El mismo código que usaba para todo. Mi mano tembló m
lgo más... el olor de su vida juntos. Un camión de juguete
na piedra fría y muerta en mi pecho. Oí ruidos
la puerta e
las camisas de Damián. Él estaba de pie sobre ella, con una mirada oscura y depredadora en sus ojo
Mateo hoy", ronroneó Ximena, envolvie
specie de pasión ruda. Agarró un puñado de su cabello y tiró
de frío deseo. Era el rostr
tumecida entre el horror que se desarrollaba frente a mí y yo. Est
tado mintiendo durante años. Toda nuestra vida
qué someterme a siete años de esperanza y fracaso agonizant
pió mi entumecimiento. Sacó una peque
go", dijo, c
instante. Me había mostrado los diseños semanas atrás, diciéndome que era una sorpresa para nuestro
os desorbitados de deleite codicioso. "¡
voz plana. Se lo abrochó alrededor del c
algo. Empujarla por esas escaleras... sé que estuvo mal. Pero estaba tan loca
lo sé. Fui horrible. Pero nos dio a Mateo. Y te he esperado con tanta pacienc
olvió más fría. "Ya está hecho. Tenemos un hijo. Te
ra?", susurró Ximena, su
lena? Nunca lo sabrá. Confía en mí complet
ás fuerte que un golpe físi
ra para él. Una tonta. U
e la boca para ahogar un sollozo. No podía quedar
la calle. No sabía a dónde iba. Solo corrí hasta
de nuevo. Otro
Llevo tu pasta favorit
soluta repulsión. Me doblé en la acera, vomitando hast
i reflejo en el oscuro escaparate de una tienda. U
pequeña y dura chisp
e había aferrado como una reliquia sagrada hac
aer en un bote d