Casada por venganza
a quietud del pasillo. A pesar de la calma aparente, su interior estaba hecho un torbellin
os que inundaba la mente de su hermana. No sabía lo que acababa de hacer, y aunque las palabra
o casarme
. ¿Cómo podía confundir el alivio que sentía con un profundo vacío? ¿Cómo podía respirar con la
ue siempre había sido el pilar de la familia, ahora parecía más frágil que nunca, con las manos temblorosas mientras p
resa, sin levantar la vista de la taz
ía todo. Teresa había esperado que su hija tomara la decisión más difícil de su vida,
y se sentó frente a su madre, mirándola a los ojos por primera vez en h
no resignación. Su rostro, aunque marcado por la edad, reflejaba una belleza aus
zcla de tristeza y aceptación. -Sabía que lleg
cerle frente a la realidad de vivir con un hombre al que no conocí
servando a las dos con expresión seria. Su mirada se desvió hacia su hermana, pero no fue necesario habla
ada de emociones contradictorias-.
tación. Francisco no le preguntaba si estaba segura, porque ya sabía la respuesta. Él solo necesitaba entender
da, pero no se desvió de la mirada de su
. Nunca había querido que ella tuviera que hacer esto, pero sabía que él no tenía otra opción. El peso de la deuda q
e frente a ella, con el rostro lleno de conf
ación, y en los ojos de ambos hermanos se reflejaba una mezcla
lo que había sucedido en las últimas horas. Necesitaban tiempo, pero también necesitaban entender que,
s firme ahora, aunque llena de una tristeza profunda. -Si
re, cubriéndose la cara con las manos mientras un
r otra solución... -murmuró, y sus palab
llegado a esta decisión, no podía decirle que, aunque el dinero y la influencia de Felipe eran la única sa
espuesta salió con una firmeza que ni ella m
la decisión había sido tomada, aún quedaban muchas más por afrontar. Las miradas de los tres se cruzaron, pero nada fue dicho en ese m