tana pequeña, bañando la habitación con un brillo plateado que la hacía sentirse ajena al mundo exterior. Estaba acostada en una cama que no reconocía, c
u lobo, luchando ferozmente contra el extraño encapuchado en el bosque. Había sentido un miedo indescriptible, pero también algo
especie de agotamiento, como si su energía vital hubiera sido drenada. Su cabeza daba vuelta
cida y muebles sencillos pero funcionales. Un fuego tenue crepitaba en una chimenea, iluminando el espacio con destellos
on libros que parecían antiguos, pero lo que más le llamó la atención fue la gran ventana que daba al bosque. El paisaje era sobrecogedor,
ado, pero el pensamiento de él la hizo sentir un nudo en el estómago. ¿Dónde estaba él ahora? ¿Qué había pasado después de la pelea? ¿Y, más importante aún, qué e
su pecho. No sabía qué esperar, si era Axel o alguien más. No estaba lista para enfrentarse a lo desconoci
na sintió una mezcla de alivio y ansiedad al verlo. Algo en su interior la hacía querer correr hacia él, abrazarlo, pero al mis
e, pero suave, cargada de una preoc
udiera pensar en cómo formularla. Su mente estaba un caos, per
. "En la cabaña de la manada. Estabas inconsciente cu
as. Su mirada se desvió hacia las manos de Axel, las cuales estaban entre
ó, con un hilo de voz. No sabía si quería saber la res
ralizada. El hombre que atacó no era solo un enemigo cualquiera, era un cazador, uno de los m
n susurro, pero tenía el peso de todas las respues
ecía tensarse aún más, como si las palabras que est
con fuerza. "Eres descendiente de una línea antigua, una línea de mujeres que poseen sangre lunar, una s
de escuchar. "¿Qué quieres decir con eso?" Preg
o si estuviera buscando una reacción. "Esa sangre que corre por tus venas tiene el poder de alterar el equilibrio entre los licántropos. No solo puede
bre su vida, estaba empezando a desmoronarse. Pero había algo más en la manera en que Axel la miraba, algo que la hacía sentir a la
e repente, interrumpiendo sus pensamientos. "Y eso no
ía sentir segura, aunque no lo entendiera todo. Un instinto, algo primal, le decía que podía confiar en él, que no d
cambiar para siempre. No serás solo una espectadora en este mundo. Tienes un pape
n, pero había algo más en sus entrañas, una certeza de que, de alguna manera, estaba destinada
y yo tenemos un vínculo, Luna. Algo que no podemos igno
a algo en esas palabras, algo tan profundo que la h