orría con una velocidad sobrenatural, arrastrándola tras él sin esfuerzo. El sonido de sus pasos era el único ruido que rompía el si
rior le decía que no estaba ante un simple hombre. Cada vez que lo miraba, sentía que el aire a su alre
eniéndose inmóvil como una roca. Algo había cambiado en el aire. El sonido de la ca
, solo la sombra de los árboles que parecían cerrarse a su alrededor. Sin embargo, algo
vimiento. Su mirada estaba fija, distante, como si escuchara algo que ella no podía oír. Un pa
o de pelaje negro como la medianoche, se erguía ante ella con una presencia tan poderosa que Luna sintió que la tierra bajo sus pies temblab
criatura tan poderosa que su mera presencia podía aplastarla. Sin embargo, había algo en esos ojos, algo familiar, que la hiz
bosque, un movimiento rápido y furtivo. Luna no alcanzó a distinguir si era un animal o un s
ombra, disparándose hacia el bosque con una velocidad aterradora. Luna no pudo evitar quedarse paralizada,
de Axel aún resonando en sus oídos. La adrenalina, combinada con el miedo, le l
, como si una lucha brutal se estuviera desatando en algún lugar no tan lejano. Luna, aterrada, comenzó a caminar en dirección al ruido, aunque cad
al lugar de la pelea. La luna llena brillaba por encima de ella, iluminando el
y los movimientos rápidos de ambos, pero lo que sí pudo distinguir era la ferocidad de la lucha. Axel estaba herido, una mancha de sangre oscura manch
e manada, sino algo mucho más grande, más salvaje. Y ella, inexplicablemente, sentía
ordo. El hombre encapuchado soltó un gruñido de dolor, pero Axel no le dio tiempo a levantarse. Se posicionó e
la sorprendió: no era miedo, ni asombro, sino algo más profundo, algo vis
endo con fuerza. Axel, al escuchar su voz, levantó la vis
ue ella estaba allí. Pero no hubo tiempo para más palabras. En un suspiro, el hombre encapuchad
estuviera en juego. Axel la miró fijamente y luego, con una rapidez aterradora, giró su cuerpo, y con un rugido ens
a y el peligro en sus ojos desaparecieron tan rápido como habían aparecido, pero Luna, por alguna r
en silencio, y por un momento, Luna pensó que iba a decir algo. Pero no lo hizo. E
ero llena de una intensidad que no dejaba lugar a