onde las sombras parecían alargarse, retorcidas, como si intentaran alcanzarla. El sonido de sus respiraciones entrecortadas se mezclaba con los
segunda oportunidad. Ya había escuchado las leyendas, esas historias que le parecían absurdas en su infancia. Pero ahora..
a centímetro del bosque. El crujir de las hojas secas bajo los pies de sus perseguidores le helaba la sangre. ¿Por qué? ¿Por
berse agazapado, como si todo el bosque hubiera contenido la respiración. Luna detuvo sus pasos, su pe
ra que se deslizaba con la elegancia de un depredador. Un lobo. Sus ojos brillaban con un d
a un espectro, como si no hubiera límites entre la bestia y la noche misma. En su mente, las palabras de su madre re
esplandor dorado ante sus ojos. Pero no ocurrió lo que esperaba. No la atacó. En su lugar, el lobo se detuvo a unos centímetros de su r
nado, un sonido grave, como un rugido controlado, la sacó de su trance. El lobo
una se sintió pequeña, vulnerable. Su mirada era tan intens
ue sus piernas parecían fallarle. Axel no la dejó atrás. En unos segundos, se adelantó a ella, corriendo con una agilidad sobrehumana,
aún sin poder hablar, respiraba con dificultad. Lo miraba sin comprender. No podía entender cóm
apaz de articular palabra, solo asintió levemente. La tensión era palpabl
sación extraña que le decía que estaba destinada a cruzarse con él. Pero no sabía por qué. No sabía nada, más a
ó como si todo el universo estuviera pendiente de su próximo movimiento. El lobo dentro de
il. Nadie había d