o. Había creído que sería algo simple: vivir bajo el mismo techo, evitar cualquier tipo de acercamiento emocion
alrededor. El departamento de dos habitaciones de Sofía estaba impecable, cada cosa en su lugar, los muebles perfectamente alineados. La luz que entr
cía sentir un poco fuera de lugar. Miró la cocina con cierto desconcierto antes de abrir el refriger
ntó Sofía, sin mirarlo, mientras organi
de la cocina, observando el proc
l de hacer? -preguntó con un tono
nada, su expresión lo dijo todo: un cereal no esta
, como si eso fuera lo único que podr
ó de hombros, si
jilla perfectamente ordenada, los cubiertos alineados. Todo tenía su lugar, pero
de sonar más amable de lo que realmente se sentía. Su necesidad de con
e quedarse sentado en silencio mientras ella organizaba su vida como si fue
e con tus cosas, ya sabes, por respeto -comentó, sin mirarla demasiado. No
si estuviera invitando a un extraño a su hogar. La idea de compartir su espacio con alg
án no parecía haber n
rofundamente y
, se dio cuenta de que, a pesar de todo, estaba sorprendida de lo fácil que había sido para él adapta
su ritual de organización, así que la pequeña conversación se deshizo en el aire. Él no comprendía del todo por qué e
el sofá, dispuesto a ver algo que no le interesaba. El zumbido del televisor llenó el aire
de Julián interrumpió el pequeño re
guntó Sofía, algo más t
miró la pantalla y luego lo
uenta de que lo había visto muy poco concentrado en su teléfono. La sensaci
ás palabras. La comunicación entre ellos no fluía con la misma naturalida
ió hacer algo que a él le parecía normal, pero que para ella fue un choqu
rados sobre el sillón. Sintió una punzada en el estómago al ver el caos que Julián había dejado. Se acercó rápida
Julián apareci
cosas? -preguntó, sin maldad, p
n instante, sintiendo una mezcl
n momento, mirando los calcetines doblados en su
en su voz. No dijo nada durante unos seg
tanto? -pregu
ejó caer las pren
cesito controlarlo, Julián. Todo. Mi vida, mi espacio.
Entonces, en lugar de argumentar, simplement
prometerme que no me convertiré en el
predecible. Un contraste en cada rincón, en cada decisión, en cada mirada. Pero, por alguna razó
pondió al final, s
estaba claro quién cedía más, la tensión seguía allí, sin re