dado con precisión quirúrgica: desde los candelabros de cristal colgando del techo hasta la alf
la medida, caía como una cascada de seda brillante. Su maquillaje era sutil, resaltando su belleza natural. S
amente entallado, con la mirada fija en ella, sin un solo músculo
e emoción, miradas cómplices, susurros tiernos. Pero cuando llegó junto a él, lo
r, la unión y la entrega flotaban en el aire como humo s
a, para amarla, cuidarla y respetarla todos
iel as
ace
o también vacío, mecánico, com
instante. Luego miró a los ojos de Nathaniel. No encontró amor, ni ternura.
ace
e. Los fotógrafos se apresuraron a capturar cada momento. Todos los asistentes s
os los pro
pecable, como siempre: educado, elegante, pero distante. Scarlett sonreía, daba las gracias, posaba p
ura con suavidad medida. Ella intentó acercarse un poco más, busc
jo Nathaniel, sin
ndió ella, espe
no
scaba a Nathaniel con la mirada, pero él se movía entre empresarios, directiv
sarían la noche de bodas. La habitación era lujosa, de revista. Flores en
scando un instante de magia. Cuando giró, Nathaniel ya se h
de beber? -preg
dando-. ¿Te parece si
o él-. Ha sido
edó inmóvil, sintiéndose invisible en su propia noche de bo
ma puesto, Scarlett aún estaba
videollamada con Singapur -anun
ezó, con la voz ba
to -la interrum
apagó la lámpara. Miró el techo durante un larg
tra. Había cruzado el umbral del matrimonio, sí, pero no al de una historia de amor. Su boda hab
gró dormir. Por dentro, al