ugar: el mármol blanco del suelo, las flores frescas en el jarrón de la entrada, los cuadros caros que colga
o todos los días d
a si él había dormido en el sofá de su oficina otra vez, o si simplemente había llegado tan ta
seda. ¿Cuánto tiempo más podría fingir que todo estaba bien? ¿Cuá
ro solo una taza de café se enfriaba sin compañía. Le preguntó a la
o con su empresa, con su legado. Pero ahora, ese compromiso parecía una excusa para evitarla. Vivían en la misma casa, e
malidades. ¿Había sido en su luna de miel? ¿O antes? El recuerdo se le deshacía entre los dedos, como ar
otestas. Todo se había dado rápido, casi sin espacio para pensar. Nathaniel la había elegido como quien elige una pieza estr
mbos. Scarlett intentó acercarse: cenas especiales, detalles, palabras dulces. Pero nada traspasaba su coraza. Na
urró Scarlett para sí misma, co
l mundo parecía pleno. Dentro, ella
ión, sino por necesidad. Necesitaba salir, ver algo más que paredes frías. Caminar entre cuadros
saludó una
e sus pocas amigas verdad
jo Elena, con una sonrisa. Lu
hablaban menos de cinco frases al día, que su matrimonio
dijo finalmente, con
n preocupación,
na, revisando documentos. Vestía un traje gris impecable. El rostro, s
lla, esperando
ondió él s
retó lo
darás es
con inversionistas de
dijo nada más. No hab
spejo. Se miró fijamente. Seguía siendo joven, hermosa, inteligente. Pero se sent
ibía todos los días, pero cuando lo hacía, sangr
e no me ve. ¿Cuánto más podré
en la cama. Nathaniel no ll
de tristeza, sintió rabia. N
ntada. Aún no lo sabía, pero ese vac