Sofía: El Costo de la Libertad
Ricardo, mi prometido. Acabábamos de compartir un momento de pasión, o al menos eso se
me atravesó el vientre bajo. Me quedé s
e susurrar, con la vo
me la espalda. Se giró con fa
o empieces con tus dr
orarme. Cada movimiento era una nueva ola de ago
ó desde arriba, sin una pizc
te una pastilla y ya. Mañana
nido de sus dedos tecleando rápidamente sobre la pantalla. Pensé que qu
e noche. Con un esfuerzo tremendo, estiré el brazo y lo tomé. Era una pub
ora la gallina se puso a cacarear que le duele algo. Típico. De todos modos, co
oloroso que la punzada en mi vientre. La humillación me quemaba la cara. El hombre con el que iba a casarme, el homb
amente respondiendo a los comentarios de sus
e?" mi voz sonó
su teléfono, con una
as de hombres. ¿Ya se
e mi celular. Su sonris
esto, R
ando parecer despreocupado, p
abes cómo somos los hombres.
l dolor. "Me estás llamando gallina frente a todos tus a
ía, no es para tanto. Es solo para presumir un poco. Además, ¿qué vas a hacer? ¿Romper
estra "noche especial", volvió a mi mente. "Podríamos haber ido a uno más barato, Sofía, no hay necesidad de gastar tanto", había dicho. Y luego,
un torbellino de furia dentro de mí. El dolor físico er
a mi alrededor, pero no me importó. Agarré mi bolso, saqué mi celular y ab
a, acuéstate!" gritó él
oques!" l
había dado para el arras. Cincuenta mil pe
palabra. "Puedes meterte tu dinero y tu compromiso p
quedó paralizado, mirando su teléfono, seguramente viendo la notificación del
io teléfono y
ortada. "Estoy en el Hotel Grand Majestic, habita
seguía ahí, para
s estar hablando e
o, con todo el despre
a. No quiero volver
des
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