Sofía: El Costo de la Libertad
oja" y los comentarios empezaron a llover. Amigos, familiares, compañeros
e deshiciste de e
uerrera! ¡Mu
tiene ese tipo!
sola. Mi dolor y mi humillación ahora eran públicos, pero también lo er
emente. Una mujer de unos cincuenta y tantos años, elegantemente vestida y con
brazos abiertos. "¡Me enteré de lo que pasó! ¡Qué susto no
tó a mi lado, tomando mi mano con una deli
pálida. Pero no te preocupes, tu
i mano s
Gracias por venir, p
res como una hija para mí. Por cierto, te traje algo que te hará sent
do, como a animal mojado y hierbas extrañas. Miré dentro del recipiente que me ofrecía. Era un caldo espeso y oscuro
gallo de pelea, pero yo les digo 'patas de dragón'. Es una receta secreta de mi abuel
revolvió el estómago. Era la cosa más asquerosa que había visto en mi vida. Y la ironía... traerme sopa de pa
el recipiente. "El doctor me dio una die
a de Elen
uito no te hará daño. Lo hice con
r se intensificó y no pude más. Me tapé la boca c
rza de la que pretendía. "¡Quita eso
completo. Su cara se contrajo
golpe seco. "¿Sabes cuánto me costó conseguir estas patas de dragón?
ia subiendo por mi pecho. "¿Y viene a traérmelas justo usted, la mad
a por un segundo, luego su
ha hecho por ti! ¡Te dio dinero, te iba a dar un apellido y así le
eja morir! ¡Y me hu
¡Eres una interesada y una dramática! ¡Mi R
siguiera intoxicando. Con toda la calma que pude reunir, estiré la m
" preguntó,
la fijamente. "Tengo una paciente tóxica
rriendo, seguida de do
de, señori
lando a Elena. "No es mi familiar y no qu
. Pasó de la ira a la incredu
egra!" gritó, mientras los guardias
si no se va por las buenas, llamaré a la policía y la deman
ron fuera de la habitación. Elena me lanzó una mira
aldita zorra! ¡Te a
o sintiéndome extrañamente victoriosa. La
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