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Familia Rota: El Reencuentro de Almas

Capítulo 2 

Palabras:1105    |    Actualizado en: 08/07/2025

a como una piedra lisa y fría en mi pecho. Lo vi alejarse, su silueta recortada contra la luz sucia de la tarde en l

n funcionario del registr

á bien? ¿Quieren

y me levanté. La silla hizo un ruido

incesante de la gente. Era el sonido de la libertad, pero también el de la soledad. En mi vida pasada, este ruido me ater

lo quería

bía pensad

vestidos con chamarras de cuero a pesar del calor, se interpusieron e

a mezcla de respeto falso y amenaza. "El señor nos pi

ieron, me

os, pero me blo

rme sola," dije, tratando

sonrió, una son

muy importante para él y que no quiere

idando, me estaba encarcelando. Estaba asegurándose de que su j

hacia un coche negro con los vidrios polarizados que esperaba en la esquina. La gente pasaba a nuestro lado, indifere

tizante barato de pino y a peligro. Mientras arrancaba,

joven indígena, inocente y asustadiza, que lo había seguido ciegamente la primera

gente ya estaba en camino. Podía sentirlos, una vibración le

ue me flanqueaban. No me concentré en el mied

no recordaba, o quizá nunca le importó, que en nuestra comunidad, la deshonra de una mujer recae sobre

tuve que realizar un ritual dolorosísimo. Tuve que clavar siete espinas de maguey sagrado en mi propia carne, una por cada día de la semana, un sacrif

o del precio que pagué por cada día d

ra un simple trámite. Siete días para él, u

. La reconocí al instante. Era la misma casa donde vivimos, d

na sirvienta, una mujer mayor llamada Elvira que tambi

ochitl... ¿Y

s guardias. "Asegúrese de que no le fal

rden directa para Elvira,

s pesados de madera oscura, la misma alfombra persa, el mismo cuadro

i primer embarazo. Él me había besado entonces, lleno

e acercó

¿quiere un p

acias, E

ó con

o. Ya verá. Los hombres

carle que esto no era una

prisionera en la casa de mis peores re

pe

. Tic, tac. Cada punzada era un

aban cruzando

Ya sentían

os y profundos. El líder que mi pueblo respetaba. El hombre que, según los ancianos, era

No por resignación, sino por elecció

a poniendo, tiñendo el cielo contami

oche de celebración, el

noche de mi vieja vida.

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