Venganza De La Prinsionera
i se podía tocar. La primera en reaccionar fue mi madre, qu
su rostro descompuesto por el pánico. "¡No puedes
a fuerza que no
pando de mis labios. "¿Es lo único que les i
so entre nosotras,
a nos quieres dejar en la calle por un capricho!", me espetó, señalándo
ano menor, Alejandro. Al ver la escena, su
y luego me miró a mí. "¿Ya empezaste a dar proble
arse de Mateo", dijo mi madre, con vo
nsformó. El disgusto se conv
te en el restaurante nuevo, ¿sabes lo que eso significa? Estoy a punto de comprarme un coche, de
a de preocupación por mí, por mis diez años perdidos, por la traición que había
ectador silencioso, decidió intervenir. Se acercó a mí,
como si su tacto quemara. "Estás confundida, acabas de salir. Estás en shock.
omo si fuera un esposo comprensivo,
donde duermes con otra mujer? ¿Donde crías a los hijos que
cando un rastro del hom
del juicio, te arrodillaste y me juraste que me esperarías, que nuestro amor era más fuerte que cualquier
sostenerme los ojos. Su fachada
Sofía", murmuró, b
grité. "Tú rompiste tu pro
drama. Finalmente, recurrió a la última ca
desesperados por un nieto, por un heredero para el apellido Vargas. ¿Qué quería
da sobre mis ruinas, sino que ahora ni siquiera tenía la decencia de asumir su responsabilidad. Cu
as palabras. "Tú no sabes lo que es la familia, Mate