El Precio De Vuestra Ignorancia
mí, Sofía, solo olía a humillación. Apreté la bandeja con los nudillos blancos, observando a
e tendieron una trampa, robándome los diseños y la beca que cambiaría mi vi
na sonrisa empalagosa. "Qué sorpresa verte aquí, Sofía. Veo
bandeja, derramando champán sobre su vestido. Su grito dram
avía no puedes soportar vernos felices y exitosos?"
a desesperación consumiéndome. En un callejón apestoso, bajo una lluvia f
ol inundaba mi habitación de la casa de mis padres. El calendario m
ujó en mis labios. Esta vez, la
xitoso que fue, con una arrogancia que no le correspondía a esta época. Su ostentosa declaraci
ansiedad; se estaba dando cuenta de que
teada tan fácilmente. No, esta vez yo no sería la víctima.