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otro perfume, uno femenino y exótico que no era el mío, era el perfume de Clara. El aroma se aferró a su ropa, a su piel. Soy
n levantar la vis
egunté, mi voz era pe
a foto de Clara, sonriendo, iluminaba su cara. Rápidamente, apagó la pantalla y guardó el te
cio?", pregunté, sa
a, aburrido", dijo,
nchadas, encontré una caja de condones. No éramos nosotros los que los usábamos, el doctor me había recetado pastillas anticonceptivas hacía meses. La
minar hacia una cafetería. Clara lo estaba esperando en una mesa al aire libre. Se besaron, y luego empezaron a discutir. Sus voces se alza
vez. La gente gritaba, Clara se desmayó, cayendo de su silla. En medio del caos, Mateo, en lugar de ayudarla
nó mis oídos y me desmayé en plena calle. Desperté en una cama de hospital, la luz fluorescente me lasti
ien? Me llamó la
unté, aunque ya s
teléfono", dijo el abogado,
meras pasaron por la puer
ijo una. "Su novio ha estado con ella todo el ti
ba con ella, jugando el papel del novio preocupado. La humillación fue la gota que derramó el vaso. En ese hospi
vida que ahora sabía que era una mentira. Mi diario, lleno de sueños y esperanzas sobre nuestro futuro, fue el