Regreso al Inicio
el estómago. Mateo tarareaba en la cocina, ajeno al cataclismo que acababa de ocurrir en mi cabeza, para él, era una mañan
milona", dijo, entrando en l
mpre me compraba en la panadería de la esquina. La visión de esos dulces, los mismos que había dejado de co
e, mi voz sonó más ásp
de genuina preocupación. "¿Te sientes ma
mi mente se superponía la imagen del hombre de cuarenta y cuatro años, muriendo bajo una viga, confesando que su vida c
entí, apartando la bandeja. "Cr
o cuerpo, en mi propia vida. Fui al baño y me miré en el espejo, era yo, con veintitrés años, si
u muerte fingida, pero las palabras se negaron a salir. ¿Cómo podría creerlo? Me tomaría por loca, me encerraría, y y
en esa sala, rodeada de las mismas caras, escuchando las mismas conversaciones, era surrealista. Yo sonreía y asentía
ro lado de la sala. Su sonrisa se tensó, una extraña me
a Ricardo, "necesito..
is ojos siguieron su trayectoria, se detuvo frente a una mujer que no reconocí de inmediato, pero cuando se giró ligerament
os después, se hizo añicos. Siempre había estado ahí, e
anuncié a nadie
ecesitaba confirmar la amarga verda