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La Sustituta No Perdonará

Capítulo 1 

Palabras:1536    |    Actualizado en: 01/07/2025

una fortuna para su tratamiento, una fortuna que ellas no tenían. El comprador fue Ricardo, un hombre diez años mayor, con una mirada profunda y una presencia que imponía si

se transformó en un cuento de hadas. Si ella comentaba al pasar que extrañaba los churros de una pequeña panadería en Coyoacán, al día siguiente, Ricardo compraba el local entero solo para que el panadero le preparara churros frescos cada mañana.

ntras los primeros rayos de sol pintaban de oro las pirámides, él se arrodilló frente a ella, tomó sus manos, besó cada

un corazón que solo había latido por él. Creyó en su te

ta

erioridad, la citó en una cafetería de Polanco. La m

mismo, en esta ciudad, pero yo elegí mi carrera y me fui a estudiar a Europa. Aunque no hemos teni

directo al mundo perfecto que Sofía creía habitar. Sacó de su bolso un

de las mujeres que lo rodean. Con esto tienes más que suficiente, solo

Ricardo, él era su primer y único amor, pero ahora descubría que el corazón de él ya había pertenecido a otr

s, el señor Ricardo qu

la mesa. "Qué te parece si hacemos una apuesta. Ahora mismo, le voy a enviar un mensaje diciendo que regresé al país y que mi coche se descompuso a mitad de la car

el resultado. "Si me responde a mí primero, tomas el dinero y te vas para s

ad, la duda, todo se mezcló hasta convertirse en una determinación des

acue

ecido, desfilaban los momentos vividos con Ricardo. Recordó su mirada llena de preocupación mientras le masajeaba el vientre para calmar sus cólicos menstruales, el beso suave que le dio en los labios una noche de invierno bajo una neva

n teléfono la devolvió de golp

placencia cruel mientras contestab

ecci

del altavoz y se clavó en los oídos de Sofía. Sintió un dolor agudo en el pecho. Apretó los labio

ación con un tono falsamente preocupado. "¿No te molestar

ado de la línea. La voz de Ricardo volvió a sonar,

más descarada. Colgó el teléfono y, con una lent

a. Su mente se quedó en blanco, y el color abandonó su rostro lentamente, dejándola con una palidez mortal.

e amó muc

a una daga. "Me llevó a Teotihuacán al amanecer y me dijo que me acompañaría cada año. Compró toda una panadería porque le dije que me gustaba

ado como una prueba de su amor, no era más que una réplica, un eco del amor que él sentía por otra mujer

s irte". Isabella le ofreció

per

mano, temblorosa, sintiendo las uñas clavarse en la palma de su mano, y tom

eas, desaparecer

n segundo más. Se levantó, y el sonido de sus tacones alto

ta sentir el sabor metálico de la sangre, tratando de contener las emociones que

los huesos. No se dio cuenta de que el coche de Isabella pasaba a su lado hasta que el vehículo aceleró deliberadamente al pasar sobre un

que así es como debería

ejó, su risa mezclándose c

la mansión como un fantasma. Su teléfono, que había permanecido en s

la beca para estudiar en el extranjero..

fía finalmente comenzó a aclararse. Negó con la cabeza, aunque nadie pudiera verla. Miró

deré. Iré

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