La posesión del mafioso
H R
r era una
el pecho. Noah estaba sentado en el suelo de su apartamento, descalzo, una taza de café
bía d
n seg
cho de que la noche anterior, una maldita miri
los ojos
pretaba como un cintur
capado. Había fingido ser uno más. Un bartender más. Uno con tragos b
ti no era un cli
a amenaza
Uno que había explot
o si decirlo en voz alta fuer
mpre mantenía cerrado con llave. Dentro, una mochila militar y
el maldito "
apo
o en e
ra, antes de que ella supi
eflejo en el espejo lo
n una sonrisa torcida- es que e
a, con una camiseta suya y cara de sueñ
? -preguntó, sin
por un
, intentando no
sa algo
m
Tan fuera del
su culpa. Que alguien la había tenido en l
días fuera de la ciudad. Ya sabes, despejar la mente. H
el ceño, pero
rométeme qu
no co
cercó y l
o si fuera l
a dar un paso más, su ce
e desc
m. No faltes. O ella pagará
rpo se
mensaje
rí
init
marcaba
a desde la cocina-
éfono parecía a
una jaula s
mochila sobre el sofá
fácil, ¿cie
al baño. Se
una camis
rumbo al
rita en una reunión familiar. Mármol brillante, puertas giratorias, empleados con trajes i
nt
sabía.
azar. Era un cazador, y los hotele
epción, tratando de controlar la rigidez de sus hombros. Cada
ra tarde
iró sin sorpresa, com
vada del ala este -dijo
el sonido de sus pasos, pero no
se momento? ¿Y si solo
esto era
ombres lo esperaban al final del pasillo. Ropa form
n sin decir
nue luz dorada. Una gran ventana mostraba
e Va
a victoriosa. Con una copa en la mano y esa media sonrisa que lograba d
de las dos cosa
sin levantarse-. Sabía
edó de pie
e está
la cabeza,
Valenti, qué gusto verte después de que cas
e. Est
el bolsillo interior de su chaqueta
ecía nerviosa. No parecía saber que alguien la seguía. Un puntero láser rojo
misma calma con la
distancia. Si le doy la orden..
retó lo
maldito
-replicó Dante, poniéndose de pie-. Lo que pasó en tu ba
Cada paso sonaba
agallas. Tienes rabia contenid
s, el cuerpo hirviendo
ese mundo. No soy
e so
que tu pulso
Lara volvió a aparecer. Esta vez, alguien
irador aju
sintió e
nstinto letal. El código que nu
n la voz grave y rot
ca, con la mirada clavada en él-. Vine a darte una elección: me
ragó s
vez en años,
por
r e
z de hacer... si lo
maldito jue
eres un arma demasiado valiosa como
mbos. Solo el zumbido del aire
es Noa
la en
es u
erró l
sin
s abrió, ya no
da era d
como si acabara de gana
o de nuevo