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Eloah: entre la vida y la muerte

Capítulo 3 El despertar

Palabras:1358    |    Actualizado en: 13/06/2025

ir

ía mov

día h

abrir l

pio cuerpo, sintiendo cad

mí fue lo primero que percibí

de las profundidades de la ciudad. Este era otro tipo

alguien estuviera hablando al otro lado de

taba

éndose cerca de mí con pasos firmes pero contenidos.

a, como el roce de un susurro, pero c

éndose con rapidez a mi alrededor, com

ces lle

ndome y al mismo tiempo llenándome de una extraña calma.

, y, por primera vez en mi maldit

ación de final, algo dentro de mí m

e en la ciudad subterránea, el refugio d

de túneles y cavernas iluminadas apenas por luces rot

yo, no había otro lugar

bía sido c

mpr

entre las sombras, invisible incluso entre los invi

ofundos, donde los túneles de trans

e parecía quemar incluso en la distancia, un re

ras, como si ya hubieran decidido q

e podía ganar, sino porque la alternativa era simp

pie. Cada movimiento era guiado por puro instinto, una fuerza primaria que m

lanza rozarme el costado. Después, vino el pinchaz

é preguntar, pero

enzó a girar y, antes de que pudiera dar

uper

rrón, mis piernas ya no respondían y mi cuerpo se sentía p

lejón y pensé: "Es irónico que esta sea la

ego

junto con la sensación del bistu

voz femenina, aguda y

sobre la bandeja metálic

encio. Pude sentir cómo el humano se

. La otra presencia. La que había

erdad, Cordelia? -dijo, y su voz res

la sala como una manta, pesada pero curiosamente reconfortante.

é no ha

minaba lo que t

o llevas? -pre

mí ahora, aunque su tono no era el d

, escuché un atisbo de frustr

ue lo hiciera. Que acabara con esto. Que no pr

propio cuerpo. Incapaz de

Parca al irse fue tan

se fue, la c

par

ndo en mi mente. No todavía. ¿Qué significab

a. No quer

es, la

se posó suavemen

había experimentado hasta ahora: el frío

rayo, enviando una corriente que p

tuviera despertando, una por una, del l

corrió mis piernas, y, de repente, sentí el aire volver

los

luces bailando en mis pupilas mientras i

azul de los míos, y por un instante,

n inquisitivos, intensos, pero no fríos. No se apartaron de

atido suspendido, cuando el impulso me

ccionó antes

bía heredado de mi padre, esa rapidez sobrenatural que me ha

resistirse, la giré y la coloq

mi ser impulsada por una necesidad p

como si fuera aire, como si su energía vital fuer

rpo se curaba, cómo el dolor se desvanecía lentamente

go más, pero los dioses sabían que hacía m

ndo sangre y energía a cada célula de mi ser, despertando

fuera una cuestión de vida o muerte

squito a mi alrededor. Pero no p

s escuché

pidos y contundentes

. No podía quedarme. No podía

ovimiento ágil, como si mi cuerpo

ver, decirle algo, cualquier cosa. Pe

se desvanecía, pero yo y

a sensación de sus labios, la cal

ta se formó

n era

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