Eloah: entre la vida y la muerte
ir
ía mov
día h
abrir l
pio cuerpo, sintiendo cad
mí fue lo primero que percibí
de las profundidades de la ciudad. Este era otro tipo
alguien estuviera hablando al otro lado de
taba
éndose cerca de mí con pasos firmes pero contenidos.
a, como el roce de un susurro, pero c
éndose con rapidez a mi alrededor, com
ces lle
ndome y al mismo tiempo llenándome de una extraña calma.
, y, por primera vez en mi maldit
ación de final, algo dentro de mí m
e en la ciudad subterránea, el refugio d
de túneles y cavernas iluminadas apenas por luces rot
yo, no había otro lugar
bía sido c
mpr
entre las sombras, invisible incluso entre los invi
ofundos, donde los túneles de trans
e parecía quemar incluso en la distancia, un re
ras, como si ya hubieran decidido q
e podía ganar, sino porque la alternativa era simp
pie. Cada movimiento era guiado por puro instinto, una fuerza primaria que m
lanza rozarme el costado. Después, vino el pinchaz
é preguntar, pero
enzó a girar y, antes de que pudiera dar
uper
rrón, mis piernas ya no respondían y mi cuerpo se sentía p
lejón y pensé: "Es irónico que esta sea la
ego
junto con la sensación del bistu
voz femenina, aguda y
sobre la bandeja metálic
encio. Pude sentir cómo el humano se
. La otra presencia. La que había
erdad, Cordelia? -dijo, y su voz res
la sala como una manta, pesada pero curiosamente reconfortante.
é no ha
minaba lo que t
o llevas? -pre
mí ahora, aunque su tono no era el d
, escuché un atisbo de frustr
ue lo hiciera. Que acabara con esto. Que no pr
propio cuerpo. Incapaz de
Parca al irse fue tan
se fue, la c
par
ndo en mi mente. No todavía. ¿Qué significab
a. No quer
es, la
se posó suavemen
había experimentado hasta ahora: el frío
rayo, enviando una corriente que p
tuviera despertando, una por una, del l
corrió mis piernas, y, de repente, sentí el aire volver
los
luces bailando en mis pupilas mientras i
azul de los míos, y por un instante,
n inquisitivos, intensos, pero no fríos. No se apartaron de
atido suspendido, cuando el impulso me
ccionó antes
bía heredado de mi padre, esa rapidez sobrenatural que me ha
resistirse, la giré y la coloq
mi ser impulsada por una necesidad p
como si fuera aire, como si su energía vital fuer
rpo se curaba, cómo el dolor se desvanecía lentamente
go más, pero los dioses sabían que hacía m
ndo sangre y energía a cada célula de mi ser, despertando
fuera una cuestión de vida o muerte
squito a mi alrededor. Pero no p
s escuché
pidos y contundentes
. No podía quedarme. No podía
ovimiento ágil, como si mi cuerpo
ver, decirle algo, cualquier cosa. Pe
se desvanecía, pero yo y
a sensación de sus labios, la cal
ta se formó
n era