Publicaciones Indecentes

castaño oscuro, despeinado hasta la exageración; una mandíbula que podía cortarte con un papel si la tocabas; y labios hechos para decir obscenidades en un lenguaje sensual. Era un espéc

ordes de su rostro eran implacables. Entre esos pómulos marcados y

ra comprobar si llevaba un anillo d

ro me puso delante un plato caliente con un sándwich de rosbif, mayonesa, tomate y queso cheddar en un pan brioche. Deseaba

la barra, todavía de pie "¿seis uno?

ís libre"

a la idea de que acostarse con un

nombre, señor No Entiend

a casa mañana por la mañana, pero hasta entonces...", sacudió el brazo, dejando que la manga de su blazer se subiera mientr

po de hombre atractivo que dudaba

rle la culp

acturas

whi

odo el estado de Nueva Yor

nía con el sándwich para comprobar el nombre del bar. Le Coq Tail. Me anoté mentalmente para volver dentro de

rs?" Arqueó una cej

to. ¿Y

Timbe

fue la última vez que comí? Probablemente esta mañana

Sr. Timberlake. ¿Y yo que c

ño. Soy Bastian. M

ecía vital y cálido al tacto como un mortal. Nublaba mi juicio, trastornaba mis sentidos y

ro todos me

eres fan de

a de rasgos negati

largo que tengo.

bb

na sonrisa impaciente, como si ya hu

i otro mordisco. "Es

endo, pero estaba demasiado agotado emocio

eción de un guerrero pagano. Me rozó el cuello con el pulgar. Un simple roce, y se me puso la piel de gallina. Er

tí ind

estar i

litario". Pero mi cuerpo nec

abios cerca de mi oído, y susur

onreí mientras bebía

", dijo con naturalida

con él fue divertido. Era brusco, cortante y na

dinero que teng

s inte

ta conversación no podía ser más rara. Me sonrió con una sonrisa que nunca había visto en un rostro humano

o de verdad. Cuando te haga correrte, ten

aprob

el descaro

a rebosar de gente, pero éramos los únicos que esperábamos el ascensor. Ambos lo miramos en silencio mientras el corazón me latía con fuerza, casi saliéndome del pecho. Me temblaban las rodillas bajo mi vestido negro barato. Estaba haciendo esto. En realidad, esta

ije cuando las puertas del as

y la boca fruncida. Me acorraló contra la pared, cada paso más voraz que el anterior. El pulso me latía con fuerza en l