Una Novia Rendida del CEO
ítu
unca había visto a Max tan interesado en ninguna de las modelos de la compañía, y mucho menos en medio de un estudio de ensayo. Estaba acostumbrado a verlo caminar por los pasillos de la compañía o en las reuniones, siempre co
?", preguntó el coordi
do en su mente, provocando sensaciones a las que no estaba acostumbrado. Sabía que necesitaba
haciendo una audición?" -pregun
a, pero respondió con prontitud, sin aparta
una prueba, señor. Ac
mpió Max, y la decisión salió
rectamente, casi como una orden que no admitía preguntas. Aun así, sabía que no era el momento de cuestionar al director
llo enseguida -respondió el coordinador, int
ero un contrato exclusivo para ella. Algo que la mantenga aquí, en la empresa, durante mucho tiempo». El coordinador asintió de nuevo, sin comprender del todo lo que sucedía, pero obedeciendo la orden. Max no era de los que toman decisiones impulsivas, pero en ese momento supo que no podía dejarla escapar. Natasha Miller había despertado algo en su interior, algo que le impedía razonar, y no estaba dispuesto a soltarlo. Di
*
de algodón y se aplicó desmaquillante para retirar el maquillaje pesado que había tenido que usar para la prueba. Se
stente de costurera hasta los 21 años, se convirtió en una mujer de 23 años que desfilaba por las pasarelas con confianza, a pesar de que el camino no había sido fácil. Aprender portugués fue
talmente. No sabía quién era, pero algo en él la intrigaba. Parecía alguien importante, quizá incluso el dueño de la empresa, considerando que había conseguido entrar al ensayo sin problemas. Natasha
canzable. Aun así, no podía quitarse de la cabeza la idea de querer ser una de esas mujeres, aunque fuera solo por
al espejo, como si ya no se reconociera. Terminó de desmaquillarse y s
a noche?", preguntó Natasha,
pués de las 5 p. m. ¿
to. ¿Qué tal si vamos
voy a la discoteca, no podré leva
nta de que su impulsividad la habí
so, lo olvidé
s triste, pensativa. ¿Qué t
Estoy a dieta estricta, pero creo q
estaurante de sushi de la ciudad. Qu
me hospedo, me arreglaré y te recog
o. Nos ve
vemos
z. El sushi siempre había sido una de sus comidas f
odría ser el comienzo de algo que aún no comprendía del todo. Sonriendo, Natasha se levantó y empezó a empacar sus cosas. Al s
s! -dijo con
temblorosos, lo recogió, leyendo el
Los términos y condiciones son los mismos que en cualquier otra empresa.
or en la voz de Arthur al mencionar las reglas. A
-continuó, titubeando ligeramente-. Sé que a veces es casi imposible,
por el tono del coordinador, parecía que él mismo dudaba que esta en particular se cumpliera. Quizás había percibido
inteligente como para atraer la atención del hombre más poderoso de la empresa y del país, estaría en una posición afortunada. Natasha firmó el contrato con una discreta sonrisa, sintiendo que la emoción crecía en su interior. "De acuerdo", dijo, entregándole el contrato firmado a Arthur. "B