Una Esposa Invisible
miedo. A hambre de demostrar, de no fracasar. A ese sabor amargo que se te queda en l
vista en Caballejo Corp. La oficina era de otro mundo: mármol, vidrio, acero,
Cabal
rmarte con una sola mirada. Que era brillante, cruel y eficaz. Y sin embargo, ahí estaba yo, con un currí
go, sin aviso, una mujer alta y delgada me
ballejo la r
tr
de ventanales que daban a toda la ci
convencerme de que no m
voz fue más fuerte
iomas. No me asusta la presión, y jamás cometo el mismo error dos veces. Si busca perfe
g
tante, el mu
inaba. Pero sus ojos... esos
llama? -
eria
una sonrisa.
is. Si llega a las seis
corazón a punto de estallar. No sabía si quería
a había firmado el inicio de mi
ter, volátil. Pero había algo en él que desarmaba todas mis defensas. No era solo su inteligencia. Era la forma en la qu
caprichos, de anticiparme a sus silencios. Y sin darme cuenta
e. Más humano. Más... vulnerable. Había dejado su chaqueta colgada en el respaldo de
? -le pregunté,
me a casa -murm
. Él no dijo nada. Solo me o
a tanto? -me atr
de hacerlo, em
mento, que está
a de lugar. Pero en el silencio compartido, supe que estaba
.. llegó
. Discutíamos por una proyección de ganancias. Yo sostenía que los datos d
carpeta sobre la mesa-. No es tu lugar cue
los brazos-. ¿Va a seguir tomando decisiones ciegas s
se entr
íos. No olvides que sig
o. Pero si quiere una muñeca que d
ecisos, letales. Cuando estu
que más me enfurec
o de curiosidad -respond
erder el control. Y es
en su mandíbula, por la forma en que sus ojos bajaron a mis l
l c
hubiese convertido en fuego. Era un beso de rabia, de necesidad, de a
mos, su respiraci
poyada en la mía-. No te necesito com
tenía hambre. De él. De sen
cep
ómo me ar
luego, en una destrucción lenta. Había momentos en que me amaba como si yo fuera el oxígen
us silencios a veces eran más
un día d
ue todo
tuve que