¿Raptada o protegida? La obsesión del mafioso
e Vista
mesita de noche y noté que eran las siete de la mañana, ya algo tarde para comenzar el día. Mi mente apenas comenzaba a activarse cuando recordé mis planes. Una sonrisa involuntaria
la mesa de noche junto a su cama, descansaba una foto nuestra. Los expertos habían hec
sta la sala, donde mi
ñor Norman. Se l
ias,
to. ¿Le gustaría que
eza y la miré di
das como una reina. Rosita, actuarás como si la conocieras desde hace un año. No ha
justó un pliegue de
exactamente lo que debo hac
vale! -le
hacían falta palabras entre nosotros; su expresión reflej
on la posibilidad de que ella ya hubiera recuperado la memoria. Cada paso hacia su habitación parecía alarg
egro que brillaba con la luz que se filtraba por la ventana. Ya estaba lista, con pantalones de alg
a mirada. Al verme, sus mejillas se so
-me sentí completamen
¿Cómo estás? -me saludó
acerle creer que era mi prometida, debía comportarme como tal. Así que, con cuidado,
ida Alondra. ¿Y tú?
la cabeza, y u
te un accidente m
lla abrió los ojos
e pasó. ¿Detuvieron a la
la situación y ne
é de que atrapen a ese criminal -aunque, en realidad
aunque no eran grandes, se veían bien colocados. Sus pezones, pequeños, se marcaban a tr
física no parecía tan afectada, su mente aún requería m
erna para romper el si
a, Alondra. Volveré por t
staba muy confundida, lo cual era comprensible. Es
trámites para llevarla conmigo, pagué la cuenta exorbitante y solo
a un hombre que reconocí de alguna parte, aunque no lograba recordar ex
recorrió mi cuerpo de inmediato. Si él llegaba a descubrir a Alondra,
rano alguien vendría a buscarla. No voy a ma
iota. Solo encárgate de él
¿Y tengo que dispara
No te estoy pidiendo eso. Ese tipo no es nadie, ¡
poder controlar la situación. Llegué a la habitación de A
cándome para tomar su mano e intentar
s? -preguntó,
haciendo tarde -respon
es del médico, las instrucciones para mi tratam
sesperación. Le ayudé a poners
o, él irá a verte allá. Tengo una reunión crucial en la multinacional y
-respondió Alon
gué a salir de la habitación. Fue entonces cuando vi a Santia
iblemente me hab
por aquí -la guié
to es raro -di
, cariño. Vamos -r
di cuenta de lo idiota que había sido al no considerar su estado de s
o las habitaciones, una por una. Marqué el n
s cargo, idiota. ¿Qué p
ntrar. Estoy en la puerta principa
osteniendo la mano de Alondra. Cuando vio la luz de la s
confiar completamente en ti, y menos después de la fo
rectamente a los ojos. Podría ser un
nte por no irse conmigo, algo completamente comprensible. Sin embargo,
de reojo, vi a Santiago acercándose a
tomando su mano y llevándola rápidamen
ad por las calles de Milán. Miré por el retrovisor y vi a S
s registros. Sabía que ninguna mujer podía resistirse a mis encantos, especialmente cuando se trataba d
ana. Con un gesto de compasión, tomé su mano y la a
asta que recuperara la memoria y