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¿Raptada o protegida? La obsesión del mafioso

Capítulo 4 4

Palabras:1139    |    Actualizado en: 05/05/2025

e vista

ndo con fuerza. ¿Qué locura tenía en mente?

ome. Me puse los lentes oscuros para proteger mis ojos cla

la bodega

uedo hacerle una

, de todos modos, la haría,

ntalo, ya sabes que lo ib

l hospital? ¿No sería adecuado buscar a su

ra mí, Loren Branson había quedado atrás en el accidente; ah

, todavía nadie ha

as cejas, visible

nsando en dejarla con

i prometida y también a Alondra que estábamos en una relación. ¿

tros las siguientes dos semanas. Mi padre está en sus últimos

eguir una de

¿Una prometida de verdad? Jamás. Ni muerto me enamoraría,

hacer. Y cuando volvamos por Alondra mañana, hay dos reglas: la primera, actúa

na mirada fugaz y

no decir n

vale,

ncé a enviar decenas de mensajes a mis empleados para o

rea sencilla, mucho menos cu

a y seguí tecleando en el teléfono, cada instrucc

mpraran lencería femenina. ¿Qué

s hombres trabajando en la organización

n victoriosos, pero no fue gracias a

ápidamente, con paso firme y

or el cuello de la chaque

! ¿Dónde demon

os y apretando sus muñecas para apartarlas de los pl

suyas, Jordano me soltó. Sus ojos color

i hermano, y no te importó una

tuve un accidente de camino acá. Atropel

vuelta, mirándome

er esas estupideces fue

e brazos y dejé que

s que hay cosas que se escapan de las manos

ró, visibleme

irando? Me hablaste de un accidente y a

nr

tenté tomarlo del brazo, pero estaba tan fur

odo, se sent

bra que decía parecía más intrigante que la anterior, hacie

os ojos, negand

pletamente

pero me encan

estro, terminarás en la cárcel, pero no por mafioso. Eres un

eído en el destino, o tal vez solo me rebelaba ante las circunstancias. No

urva de su cuerpo volvían loco a cualquier hombre que la mirara.

dientes y mir

ayúdame a que todo esté listo pa

ilo, como si le estuviera pidiendo vender su al

me a preparar la mejor

asesores de moda, y a todo aquel que pudiera

mpleada de servicio par

sido destinada para ella parecía como si

algunos de sus gustos, lo que me permitió elegir la d

, nos veíamos impecables. Reemplacé el rostro de aquel hombre por m

a corbata, me quité el traje y, d

a de rondar mi mente, como si se hubiera clavado en a

ueño. Había tantas cosas dando vueltas en mi ca

seguía adelante

os inmensos de que Alondra, jam

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