La elegida del millonario
l hombre había cruzado la línea. Su paciencia estaba al límite
o pido de nuevo: por favor, váyase -d
rio, soltó una sonrisa, una mezcla de bur
eo que lo haga. Creo q
o de ella. ¿Quién se creía este hombre
era responder con otra de sus enigmáticas frases, Mia tomó una decisión. El
Necesito ayuda
esperado que Mia llegara tan lejos, y claramente no estaba dispuesto a arriesgarse a un enfrentamiento público. Se puso de pie con un
e y salir de la habitación con pasos firmes, s
a de alivio y confusión. Una enfermera aparec
Douglas? -preguntó, mirando
do sonar más tranquila de lo que realmente estaba
buscara al intruso, pero al no verlo, simplemente le sonrió a Mia
e ese hombre era más que extraño, y aunque había intentado no prestarle importancia, una inquietud persiste
comportarse de manera tan misteriosa e intimidante? Además, si él estuviera detrá
sultaba ignorarla. Había algo en su actitud, en su interés excesivo po
ego actúa así. Tiene que haber otra explicación,"
ncuentro con aquel hombre. Y lo peor era que una parte de ella quería saber más
estaba perlada de sudor, y el corazón que latía en su pecho, aunque nuevo, parecía tan agitado como ella. Miró el reloj en
stros desconocidos, el sonido de gritos, sangre... y, siempre al final, el hombre del hospital. Su mirada intensa y la sensación de que la
a clases. Siempre era una sombra fugaz, nunca lo suficientemente cerca para confirmar si era real. Mia se había convencido de q
bía aceptado perfectamente el corazón, Mia no podía evitar una sensación extraña, como si algo no terminara de en
os. Se levantó, se vistió rápidamente y salió para ir
a Sol ya la esperaba frente al
fusivamente-. ¿List
ó el ceño,
gran
as? Dijiste que el doctor te daría de
ratando de sonreír, aunque s
tu corazón? -pregun
hombros, respondie
s siento... -hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas-. No sé, como
ción de Mia. A lo lejos, junto a un árbol, vio una figura conocida. Su corazón dio un
ndose si su mente le estaba jugando una mala pasada otra vez. Pero no, es
l notar el cambio en su
mbre, pero en el momento en que decidió señalarlo, él giró sob
ansada -murmuró finalmente, ob
norarlo. Él estaba allí, siguiéndola, vigilándola