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La Rosa de la Muerte

Capítulo 5 Cuando la tormenta encontró sus corazones

Palabras:2270    |    Actualizado en: 27/04/2025

como pocas veces se veía en aquella región del campo. Después de va

n rodeada de paredes que parecían susurrar secre

paciencia irritada y curiosidad

de crecían flores silvestres incluso en el otoño. Un sitio que, según le dij

arrón apagado del paisaje otoñal. La falda era amplia, pero el corsé era tan ceñido que cada respiración parecía un acto

ta, negó con la cabeza, aunque una

e frío, La

acercó y le rozó el brazo ap

e hacer la misma preg

que no habrá cambios. Es u

volvió hacia el sendero, sin

la luz nos abandone a

para sí mism

ine siempre un paso adelante, como si el

poco al p

un zumbido sordo que pa

*

ago, Eveline soltó u

elo como un espejo, y alrededor crecían flores de un

erfecto

era en que el viento jugueteaba con los rizos rebeldes que escapaban de su

ijo-.

ó y lo atra

momento, ni

los árboles, llevando cons

primera en ro

l paisaje que no pu

como si se ofendiera, sino co

el paisaje -dijo fi

rió, des

onces

no encuen

carcajada, ligera

es usted, Lo

s ligeros y sin p

stener una conversación sin so

pcionarla -dijo él c

e arrodilló para reco

ue sintieron e

ruñido de una bestia dormida despe

za, el cabello ondeando

o fu

lliot, ya escanea

arse con violencia. El cielo, sin aviso, pasó de

ijo Elliot, y ya l

da como siempre, n

os a la mans

esando si sería más rápido d

señaló hac

es no lejos de aquí. Refug

arqueó u

durante una tormenta? Mi reputació

ás de lo que ya carga -dijo

a carcajada y

d. Me entrego a s

*

rie

estión de minutos, se convirtió en una cortina d

opas, el viento los empu

vaje, que Elliot encontró desconc

ó la cabaña: una construcción de mader

erta, que cedió con

w -dijo, haciendo una

rizos pegados a su rostro y el vestido

los ojos un segundo par

menea, una mesa tosca, un par de sill

senc

go rápidamente, sus de

las llamas llenó la estancia

a un peso muerto sobre sus

o, se lo quitó y lo d

ció hizo que Ellio

se había vuelto casi tra

a, delineaba sus curvas como si

e de su efecto,

como si hubiera visto un

rrigió él, sin a

elleza

ligro

, acercándo

e ellos, un calor que no tení

eta, Lord Monderlai -dijo

e se enferme

d

o breve, casi

ojó de la chaqueta empapada, quedándose en camisa

disimuló su

vaya -m

ario indecoros

para un so

lar las ventanas. El viento se colaba p

ensión hacían que la distancia entre

fuego, y Elliot, sin pensarlo, las t

cidad fue

se alzaron, fij

nstante, t

s en un juego diseñado por otros. Eran simplemente un hombr

s muñecas de ella, subiendo

frío, sino de algo

usurró Elliot,

no? -susur

re sus labios er

... y una

ojos, como si luc

uró-. No eres un contra

ulce y trágica que Elliot sintió qu

lliot Monderlai. Haz

lo

o, exploratorio. Labios tante

a tormenta af

otro como si el mundo s

nos por su espalda, a

cabello, tirando suavemente,

da, real, sin más

Harrow ni l

eline y

encontrándose en

ado, arrojando destellos anara

o si fueran la única salva

omo si temiera que ella se desv

ía vivido como una prisionera de sí misma. Por primera vez en años, no sentía

entía.

Elliot apartó sus labios

ella, ambos jadeando como si

n a la tela mojada de

as manos por sus hombros, sus brazos, hasta e

tela -

abrió l

encontraron, cr

endieron algo: nada de lo que ocurriera entre ello

se despojó de la camisa,

por el frío, pero ardía

recorriendo con las yemas de los dedos las

de caballos, de una vida vivid

usurró, como si

que murió en sus labios al ver l

a -dijo, acariciá

asu

no tener

encontrarse, esta vez

loración, u

a, hacia la espalda, delineando cada

uñas rozando la piel expuesta de su cadera, arrancándol

fuera rugía c

entro de ello

lici

*

erpos amenazaba con consumirlos por completo-, Eveline se dejó

u lado, sosteniéndose c

tido ceñido, sus mejillas

to nada más her

a mano y le acari

qué p

sus

n

queó un

uesta tan

llo -dijo, acariciándole

evó a su pecho, donde su co

ente

S

así por c

el impulso de abrazarla, de hundirse

nombre en tu lista

enmud

desvaneció d

lo a los ojos, con una seriedad q

so -dijo, la voz

ces qué

apretó l

an, pero dentro de la cabañ

ondo-. Quiero que alg

n mechón de cabello del rostro, co

e Harrow. Siemp

n los ojos de ella, per

aría. N

rozando sus labios,

imo que cualquie

me algo,

quier

piensas que no valgo la pena... dímelo. Dímelo a

tó los

era un puñal clav

e daré l

o j

or mi alma

ando escapar un suspiro

abrazaron, no hubo des

enta construcció

sól

o r

*

amainó y la lluvia se volvió apena

sión en silencio, pero un sil

os que habían pa

sab

ozando los de él de vez en cuando, como

a una expresión neutra, pero

dos ya los esperaban con faroles en mano y rostros preocu

n mostra

a

ta de la mansión, sus miradas

to sil

s estaba c

mo cielo caído sobre sus

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