La Rosa de la Muerte
aneles de roble, los cuadros sombríos de antepasados de mirada adusta, las alf
vestido de terciopelo verde esmeralda, ceñido a la cintura, con un escote en forma de corazón que dejaba ver el princ
resonaba sobre los pisos de mármo
cho se desplomara sobre ellas en cualquier momento. No sería raro, pensó Eveline con
salón alfombrado hasta unas puertas dobl
derlai -anunció
entró si
taba
de lujos, parecía no pertenecer realmente a ellos. Las manos, cruzadas detrás de la espalda, mostraban nervios controlados. El ca
... Dios,
les. Observándola con una intensid
e indiferencia mundana que hab
una reverencia impecable que,
linó la ca
erfectamente controlada, como un v
ue el viaje no haya si
sala antes de regresar a él-. Oh, en absoluto. Adoro pasar horas enc
una chispa, cruzó
Intrigado? Di
acercándose a un aparador donde
rviendo dos copas si
deada. Rozó sus dedos enguantados con los
ó un sorbo, manteniendo la mirada fi
os era una cuerda ten
e él quien rom
e frío, La
cortesía afilada que un florete, h
geramente, como si exh
recibimiento tan
El gesto, mínimo, era de
ncia particularmente alto -dijo
aboreando la palabra-. Qué
dicho qu
aricie -replicó Elliot
incomodarla, encendía en Evelin
ritmo. Mucho menos, alguien que no se deshiciera en halagos ba
mo se mira a un enigma. Con interés,
reguntó, apoyándose casualmente en el respa
apenas
olverlos a co
-inquirió Eveline, dejando
isura de los labios de Elliot. ¿Un
de si usted desea ser
usical, y se apartó del sillón
ecer perfilaba su fig
que resolver. Quizás soy exa
a observó. Con la quietud de un
su voz fue un susurro c
udo m
ojos verdes brillando con una
en la opinión públ
la atmósfera en la habitación cambió
ad rara vez sobrevive al
copa en un bri
or su esc
uavemente
la sangre tembló
ó en la distancia. El sonido rodó
ento, sosteniendo las copas, las mir
dejó su copa sobre
n advertido sobre mí? -preguntó, c
liot- que los míos han h
ó abier
rd Monderlai? ¿Que soy u
tunas? ¿Una
io. No con lujuria, sino con algo
-dijo- que ust
a él, cada paso una
a apenas m
rd Monderlai?
liot destellar
i me su
iente para que su perfume -una mezcla embriagad
usurró- deberíamos
n un silencio cargado. Tan denso que parecía
n movimiento sutil, apenas perceptible
si el fuego pudiera distraerlo de
ación -dijo, con voz
nfante, mientras rec
usto,
o, ella pasó junto a él con una gracia insolen
se m
do entre ellos como la cuerda
a había
o, sabían que ya no