icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

La Rosa de la Muerte

Capítulo 4 Un campo de batalla pintado de verde

Palabras:1204    |    Actualizado en: 27/04/2025

stos terrenos de la mansión Monderlai. El sol apenas era un resplandor blanquecino de

erior: un vestido de muselina azul celeste, tan ceñido al busto que cada movimiento insinuaba más de lo permitido por el decoro victoriano. La falda,

e servía el desayuno, varias

desviaron la mirada con una m

de la mesa, levantó los ojos de s

a cabeza sin ningún disimulo, pero su

preguntó, como si repitiera la c

ndo su bolso sobr

de a ignorar las pequeñas molestias -respondió mientra

maridos muertos flotó en el a

no pe

a cabeza ligeramente,

elana chocando suavemente y el crepitar de la chimenea. Eveline, acostumbrada a las co

os labios con una servillet

visitas, mi lord? ¿O planea ofrecerme algu

ón cruzó fugazmente lo

los paseos a ca

arme por la botánica

brazo de su silla, sostenie

un verdadero pla

una carcajada

erer exponerse a se

te intrigado

más, acor

*

o en la misma neblina húm

egro como la noche para Elliot, otro

d de alguien que había nacid

tó la ayuda del mozo pero insistió en acomodarse ella misma. El corpiño tira

o dictaba la decencia femenina, la

er testigo de una

sonrisa breve,

ojos bien

a convertía todo en un escenario fantasmal: los árboles parecían espe

o, el único sonido era el resonar

del cuerpo de Elliot, en la manera en que mantenía siempre una distan

Eveline quien ro

an conversador

algo que decir -rep

a no tie

ente su caballo para acer

ocupado vigilando

ó una carcaj

Suele cuidar así a todas sus visitas, o so

entan vestidas para un

uió con fin

sa de in

la de lo que usted lleva con tanto orgul

rió ampl

ndo herirme, L

ebe

soy una criatura mucho más r

ellos, pero esta vez no era incó

hacia un pequeño cla

caballo y desmo

El terreno está resb

arrugó l

hacerme

freció

que cargarla después

o su mano enguantada. Luego,

ceptible pasó entre ambos. Elliot tensó la mandíbula.

o, el vestido revoloteando

o, quedaron d

arba incipiente. Él, el leve tem

movió de

soltó su mano y se

guntó Eveline, con

aminamos

emoci

a, empezó a fluir con la extraña naturalidad que solo se da

dos efímeros-, de libros -los pocos que Elliot admitía disfrutar-

pullas se volvieron menos

sas, más

cios, men

paso a través de la niebla, Eve

ntía

un h

ntentaba adularla, ni

ente...

n peligroso co

po, sintió un pequeño temblor e

o tenía nada que

*

el sol ya declinaba hacia el oe

ncipal, Elliot desmontó prime

ce de sus manos

los dos apa

Harrow? -preguntó él, con un

Monderlai -susurró

leras dejando tras ella el eco de su risa... y un Elliot Monderlai qu

Obtenga su bonus en la App

Abrir