Dueño de todo, menos de ti
e Claudia, normalmente un refugio cálido, ahora parecía fría y vacía. Las luces bri
rría la casa, revisando una y otra vez el jardín y los alrededores. El sonido de su resp
. ¿Dónde
a la tormenta que se estaba desatando, lo perseguía. Tomás sen
audia colgó y
las para buscarlo, pero... -su voz se quebró,
taba empañando sus palabras, pero sabía que deb
buscarlo
ida, pero luego asint
, v
ueda De
jamín era solo un niño, y si estaba perdido, la noche no iba a ser su amiga. C
as, recorriendo los parques, las zonas tranquilas del barrio, incluso llamando
r lo peor. Las preguntas se sucedían: ¿Y si alguien lo había ll
o había intentado calmarla, pero pronto, los dos se sumergieron en un silen
coche en un parque pequeño a las afueras de la ciudad, d
audia, aunque sabía que su voz estab
que es
dentro de él le decía que debía revisar ese parque. Algo
ento les trajo la mezcla de sonidos de la naturaleza: el crujir de la
él no tenía. La angustia se reflejaba en sus ojos. No era solo su hijo el
cía desmoronars
entro I
ás vio algo en la lejanía. Una pequeña figura,
! -gritó,
e detuvo y
reaccionó sin pensarlo: corrió hacia él, con la respi
ecía asustado, solo confundido. Se quedó inmóvil, observando
su hijo, dejó escapar un suspiro de alivio. Pe
bre -dijo, abraz
er contener las lágrimas. Tomás se quedó parado, observando la
ue un golpe emocional para él,
Claudia, todavía sin poder
a miró con
Se me cayó detrás de los ar
ro sin decir nada más. Lo abrazó nuevamente y lo le
n una sensación que no podría describir. Nunca había imaginado que serí
que, aunque todo en su vida había sido acerca de poder y contro
greso
iente había cambiado. La tensión se había disi
sala, mirando pensativamente el teléfono en sus manos. Tomás se sentó a su la
Claudia quien ro
ás. -Su voz era suave, pero firme-. Mi hijo es lo m
in poder evitar sentir un
do. Quiero estar aqu
on sorpresa, pero
a de Tomás había cambiado en tan solo unas horas, y no sabía
noche. Algo que ni el miedo ni