CEO extraordinário
ony Fraser puede ser un maestro volátil, y eso me ha hecho temer dónde me encuentro frente a él. No tengo eso con Kane y Lucas. Mi padre quería que sus hijos estuvieran unidos, pero creó una f
del puerto, pero esto es diferente. Este lote de drogas fue saboteado intencionalmente por alguien en quien se suponía que debíamos confiar. Henry ha estado en la firma durante años. Recuerdo que él trabajaba para mi padre cuando yo era todavía un adolescente con granos en la cara. Saber que nos vendió me vuelve loco. Es peor que si uno de los chicos más jóvenes nos hubiera traicionado. -No lo creo -interrumpe Lucas, paseándose un poco en el espacio frente al cuerpo caído de Henry. -Mira, creo que nos vendiste al mejor postor. La pregunta es por qué. ¿Qué tiene la pandilla del Lago Oeste contra ti que te haría romper el juramento que le hiciste a nuestro padre? Henry traga con fuerza y finalmente veo aceptación en sus ojos, una comprensión de que no saldrá vivo de esto, no importa lo que diga. Tiene razón en eso. Mis hermanos y yo nunca le dejaremos seguir respirando, ni siquiera una oportunidad, y si Kane no acaba con él, Lucas o yo lo haremos. Henry se ríe, un sonido húmedo que salpica sangre en sus labios. -Ustedes, muchachos, creen que son dueños de Londres. - Henry levanta la cabeza y nos mira con ojos brillantes -bueno, tan brillantes como pueden ser bajo la constante hinchazón. -Hay muchas facciones que son más fuertes que tú, más organizadas, una apuesta mejor y más segura. Por eso le conté a la pandilla de West Lake cada sucio detalle sobre ese maldito envío. -Escupe sangre sobre el cemento y veo manchas rojas en sus dientes. Aprieto la mandíbula para evitar que las malas palabras salgan de mi boca y la ira crece en mis entrañas. El hombre acaba de firmar su propia muerte. Kane gruñe y veo la furia en la tensión de su mandíbula mientras pregunta: "¿Qué más les dijiste?" Los ojos de Henry se vuelven hacia Kane mientras sonríe. -Supongo que tendrás que averiguarlo. Él avanza con dificultad y coge el cuchillo de la mesa. Antes de que cualquiera de nosotros pueda moverse, lo empuja hacia nuestros cuellos. La sangre brota como un géiser. Doy un paso atrás para evitar el avión mientras Lucas maldice. Un olor a cobre y hierro llena el aire, espeso, empalagoso y un bálsamo para mi alma inquieta. -Joder -murmuro. Como no puedo hacer nada, lo miro gorgotear, ahogándose con sus propios fluidos, y finalmente quedarse flácido, cayendo de cara al concreto. No pensé que ese idiota fuera capaz de quitarse la vida de esa manera, pero supongo