CEO extraordinário
suelta su muñeca. Por un momento pienso que podría decidir pelear con mi protector, pero lo piensa mejor y desaparece entre la multitud. Presto atención a mi salvador y por primera vez
do? ¿Galanteo? Su boca se curva en una sonrisa. -Obviamente lo estoy haciendo mal si no te das cuenta. El calor se extiende a través de mí. Ha pasado mucho tiempo desde que un hombre coqueteó conmigo, y no puedo negar que estoy disfrutando de la atención. Él me acaricia el brazo mientras tomo un largo sorbo de vino. Es afrutado, fresco y refrescante. Mi cabeza empieza a confundirse. Claramente he bebido demasiado, así que dejé el vaso casi medio lleno en la barra, sin intención de beber más. Tengo que ir a casa. Jack toma el vaso y me lo entrega. -Bebe el resto. Te lo mereces después de la semana que has tenido. La sospecha comienza a recorrerme. Lo miro con los ojos entrecerrados. - ¿Y a ti por qué carajo te importa si bebo o no? Mis piernas tiemblan y parpadeo a través de la niebla que comienza a envolverme. Drogas. Me drogó hasta la muerte. El pensamiento llega sin invitación y lucha por abrirse paso a través de la melaza de mi cerebro, pero tan pronto como lo pienso, sé que es verdad. El pánico intenta abrirse paso a través de la niebla. Mi visión comienza a temblar y me cuesta mantener la concentración. -Creo que debería irme a casa -le digo. Mi cuerpo se siente fluido, extraño, no como el mío. Intento abrir mi bolso para sacar mi teléfono. No sé a quién estoy llamando. Alguien. Mis dedos se mueven sobre la pantalla, lentos, apáticos. Él lo toma fácilmente y lo pone en su bolsillo. -¡Ey! -Mi protesta no es tan fuerte como quisiera. Estoy empezando a desmayarme. No puedo evitar hundirme contra Jack, mis piernas parecen gelatina. Él me sostiene contra él. -De acuerdo, querido. Es hora de volver a casa. ¿Hogar? ¿Dónde carajo está el hogar? Puedo asegurarles que no se refiere a la pequeña propiedad que tengo con mis niñas. -Tengo... hijas... -murmuro, pero mis palabras se confunden. -Para ya... Me levanta como si no pesara nada y me estrecha contra su pecho, un gesto que a alguien ajeno le parece íntimo. -Ella está bien. Ella simplemente bebió demasiado. No sé con quién está hablando. Intento abrir los ojos para pedirle a alguien que me ayude, pero no puedo. Me siento enfermo, como si estuviera bailando valses en un parque de diversiones. El miedo me rasga la columna, aunque las drogas mitigan un poco el pánico. Me están secuestrando. -Mi hermano... Hijos Indomables..., - lo intento. -Lo sé. Maldición. No esperaba esa respuesta. Estoy siendo perseguido por mis conexiones con el club y eso me aterroriza. El aire frío de la noche golpeándome es la única razón por la que sé que logramos salir. -No hagas