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Valle de los Lobos

Capítulo 7 7

Palabras:1292    |    Actualizado en: 21/02/2025

con mis lágrimas. Aun allí, en medio del bosque, el follaje no me protegía de las pesadas got

o había terminado de secarse para la hora en que debía presentarme en el claro, de modo que había acabado usando mi único vesti

me empujaron dentro de una estrecha cañada, que en esa época del año sólo contenía varios centímetros de lodo, en el que caí sentada. Sólo a

ver, te mataremo

omo el cuerpo. Hasta las escuché reír mientras s

cuando oí los cascos que llegaban desde el sur más allá de

tó, mi señor -oí

lodo, sin atreverme a pedir ayuda. Y las

r el cauce en busca de una salida. Ignoraba cuántas vueltas y revueltas daba el arroyuelo

anieve, y pronto me costaba dar un paso sin caerme, todo mi cuerpo

gatas, temblando, llorando, gimiendo en la noche que se cerraba. Entonces varias rocas bajaron a los tumbos por el cauce. Intenté esquivarlas, per

cer. Me había considerado digna de vivir. Obligué a mis manos lastimadas a acariciarlo como había hecho de niña y me hice un ovillo contra él, sin siqui

na tosca tira de lana que olía a mí. ¿Era un retazo de mi vestido? Alcé las manos para tocarla y me di cuenta que l

o. ¿Había un lobo cerca? ¿Cómo había regresado a lo de Tea? Pero este lugar no olía a la casa de Tea. Olía a piedra y un poc

frente, el dorso de unos dedos tibios que

la. Está

i conociera la voz de tantos lobos. La única que jamás escuchara tan de cerca era la del Alfa, cuando visitara

de de un cuenco tocó mis labios. Olí el agua limpia como sólo se la reco

en otro susurro cálido, volviend

or -musité con v

un momento, una presión leve pero firme que

ve a

uavidad. Agotada y dolorida, no

volví a despertar, y la tela que los cubría era gruesa

palda, ciñendo la piel de oso a mi cuerpo. Adormecida como estaba, me volví hacia ese ot

jera una vez al lobo fuerte y noble, cuyos brazos ha

dosa, que olía a bosque y rocío. Y algo más.

dres

aunque seguía de cara al fuego, el frío en el pecho me recordó que estaba desnuda

r los bordes de la tela que aún me cubría los oj

tás

a sobresaltarme y me encogí

é di

eza, muerta

pít

o un eco de autoridad, el lobo h

murmuré en un

? ¿Qué ha

é, y no me atre

y el susurro sonó muy cerca de mi cara,

¿

a madreselva, m

harse ha

mo d

urros, pero su voz hab

nción. Hueles como el rey lobo. El... el a

inguirnos por

enda, desconcertada por

aliento. Oí el rumor de pasos en un suelo de tierra se

Asentí con rapidez-. Te dejo leña y comida. Encontrarás también ropa,

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