El Esposo Comprado por la CEO
penthouse, Isabella contemplaba el horizonte con una copa de vino en la mano, su mente sumida en un torbellino de pensamient
sólido -dijo en voz alta, aunqu
pareció con su habitual
sitamos aliad
giró para
ca que Matteo no lo esté vigilando. Si ya sospecha
n asi
lguien que puede ayudarnos
arqueó
Qu
fono con un mensaje en la pantalla.
sta, sorprendida-. ¿No
os. Desde entonces, ha trabajado por su cue
pa sobre la mesa y
é habría d
sonrió
una oferta que n
viejo almacén abandonado que parecía sacado de una película de crimen. Isa
aspecto era el de un hombre que había vivido demasiado en la oscuridad: rostro m
que quieren joder a Mat
ntuvo la mi
mos ju
ó una carc
a. Nadie en esta ciudad bu
o un paso
ega de Matteo sin que sus hombres nos detecten. Sa
ó la cabeza
que yo pued
puedes -cor
tó la barbil
activar alarmas. Pero si Matteo se entera de que pus
egerte -inter
miró con
Si Matteo me encuentra, no
é quieres? -pr
nrió con
arte de lo que consigan. Matteo tiene cuentas escon
entrecerr
e decimo
encogió d
es no h
rápida. Sabían que necesitaban a Dante, pe
e, Isabel
entas traicionarnos, se
onrió d
ómo piensas
ridad y al menos tres guardias que patrullaban la zona. Dante había proporcionado de
a sobre la mesa del penthouse-. Hay una zona donde las cámaras tienen u
n asi
vez d
isor. Matteo guarda todo en archivadores bajo
iró a ambo
mal, abortam
ltó una
incesa. O entramos y salimos con la in
se mant
o morir e
su cigarro c
hagamos
bella, Adrián y Dante se acercaron a la bodega con movimientos calculados. La a
ecisión, utilizó una ganzúa para abrir
apenas lo suficiente para qu
ando en el techo. Se movieron entre los estantes repletos de caja
erradura y comenzó a trabajar en ella. Dante vigilaba la entrada mie
la cerradura había cedido. Adr
resuró hacia l
sabes la c
s en el panel de seguridad. Un pit
eron al encontrar lo que buscaba: registros de transferencias, nombres de po
-susurró c
eléfono y comenz
ento, un sonido
n arma al se
e giraron
la puerta, con su p
nir aquí -dijo
nte se mira
o aviso, Da
ardia, y en el segundo de confusión
orrió haci
vamos,
on corriendo, con el sonido de las
o su aliada, ahora se convertía en e