AMOR CON ODIO
Punto d
abía llegado hasta aquí. Este hotel no era un lugar de alquiler por horas y
pezando a inquietarme, aunque no podía entender del todo por qué. Lo que comenzó como algo divertido estaba empezando a parecer sórdido.
claro que no era suficiente para poner fin a nuestras citas sexuales y no había perdido el interés en tenerlas porque aquí estaba, a
y lencería color salmón que había comprado solo para la ocasión. Tras decidir que tenía el aspecto de una mujer que quería ser cogida, caminé des
ecieran, hasta llegar a las uñas de mis pies de color púrpura, y de nuevo hacia arriba. Su sonrisa era lobuna cuando su mirada se encontró de nuevo con la mía. Sí, parecía u
mano se deslizaba alrededor de mi espalda y me tiraba con fuerza contra él. No habría vino y rosas ni romanc
todo bien, pero no tuve tiempo de reflexionar sobre ello cuando sus labios se encontrar
ían mi mandíbula y luego tiraba ligeramente del lóbulo de mi o
creer que nos gustásemos de verdad. Pero cuando dejamos de hablar y empezamos a tocarnos, fue la perfección. Había
ifícil arrepentirse de cualquier cosa que hiciera con él. Nunca había conocido el placer que él podía darme. Así que,
l y yo nos viéramos de forma regular era diferente, pero sabía que no significaba nada. Acordamos utilizarnos mutuamente
o del hombro, provocando sensaciones de cosquilleo que me llegaban hasta los dedos de los pies. Era de ese tipo de movimiento que se sienten más íntimos que el sexo. Tuve que recordar
s eran nuestro modo habitual de comunicación, así que eso fue lo que hice. No qu
uficientemente al
s necesit
tú
sobre ella, con los ojos ardiendo mientras se quitaba la camisa y se deshacía rápid
guntó mientras se arra
a cada uno de nosotros? -Hasta ahora, el récord de
acabaría y, entonces, ¿qué haría yo? No es que esto que había entre nosotros fuera a ir a ninguna parte. El amor verdadero era algo que se vendía en las novelas y en las comedias románticas. Excepto para mi hermana Katy y el hermano de Gerard, Ronny. Pero ellos eran diferentes. Ni Gerard ni yo estábamos hechos par
. Mis pezones, duros y doloridos, asomaron bajo el encaje de seda.
e la cama buscando más. Separé los muslos, dándole el espacio que sus anchos hombros necesitaban para maniobrar. Cuando se trataba de sexo
Quería que el hecho de que volviera a mí significara algo. Quería que sus palabras, esas
os con derecho a roce. Tal vez, volvía para tener más sexo, pero eso no
rqueé sobre la cama mientras un du
l sabor m
is caderas se agitaron
gusta
do su cabeza y emp
divertido mientras volvía
o tenía un ego del tamaño del Everest y,
claro porque, de repente, sus dedos me estaban
convulsionó mientras el orgasmo rebotaba por todo mi cuerpo hasta qu
zaba. Levantó la cabeza y me dedi
U
o un espasmo, como si sup
o, dando ligeros besos de succión en el interior d
de hacerlo a escondidas significaba que no nos dor
no significaba nada. La aterradora verdad era que me estaba enamorando de Ge