Sofia - Vendida al millonario
vibrando sobre la mesa
tada en la cama con una copa de vino en la ma
uando veo el nombre en la pantalla, sient
que viene. Miro a Camila, que ahora me observa en silencio
na tensa, y Camila
ea, la voz grave de Ed
of
uelca al escuchar ese
voz de Eduardo no es una
peso de la situación. No puedo escapar de él,
spondo, buscando g
con ese tono que sabe có
Sofía. Sabes que cuando
n el estómago. N
en una hora
manos, y lo dejo sobre la
suave, pero el brillo en sus ojos
esignación. Camila da un sorbo a su copa
o. Ya sabes cómo se pone. -Su voz es baja, pero firme,
verdad en las palabras de Camila. Edua
momento antes de
pero recuerda que yo estoy aquí. Y si
on más dudas que respuestas. Sabía que no podía contar con mu
prepararme, mientras las palabras d
o que le agrade a él, algo que no se olvida en su mente: su mirada siempre apreciando mi cuerpo, mi forma de moverme. El vestido negro, corto, con un escote sutil, es per
a cama, su mirada atenta, como si est
. ¿y qué más? -pregunt
por un
-Mi voz suena vacía, como si las palabras y
solo asiente, y sa
El ambiente es tenso, cargado de humo y música electrónica a todo volumen. Camino hacia
perando. Eduardo está allí, de pie, con su típica mirada calculado
s levantando la vista de los pape
anteniendo la calma, aunque
cierra tras mí, y el sonido de la música del club parece desvanecerse por un in
jó de ti -dice, su
sintiendo el nud
egunto, aunque ya pued
a en su silla, cr
con lo que se esperaba. -Su voz es fría, distante
la primera vez que pasa esto. Pero nunca es fácil,
tratando de mantener la voz firme, per
n silencio, y luego se pone de
i los clientes no están contentos, entonces todos lo pagamos. -Su t
se aprieta. Cada palabra de Eduardo
-digo, baja
a sonrisa fría que nunc
e que no vuelva a pasa
r algo más, Eduardo se vuelve hacia la ventana
No quiero per
o más en mi pecho. Pero no puedo quedarme. No puedo protest
l aire frío del club me recibe de nuevo, pero nada de es
do que la conversación ha terminado. El aire del club, denso y pesado, me recibe al otro lado
to de salir, escucho su
e crees
umna vertebral. Mi cuerpo reacciona antes que mi
o algo en el escritorio, pero s
dado permi
una losa. Mi respiración se detiene por un
sin palabras. Lo sé, lo he sabido siemp
mí, y su rostro está completamente serio. La
dí. -Su tono es más suave, pero su mirada
a por dentro, pero no puedo
ga? -pregunto, aunque sé
lentamente a mí, sus pasos suaves pero firmes. Siento cómo su
s hacer nada sin mi permiso. Nada. -Su voz se vuelve
estoy atrapada en este ciclo, que no puedo escapar, que
nto, mis ojos fi
tie
satisfacción y, de nuevo, se
e gustaría que lo pensaras. Per
te, con la sensación de estar caminando sobre un hilo muy delgado. Y, sin mirar atrás, vuelvo a
situación. Eduardo fue mi salvador de una gran deuda que contraje con personas como Alexander. Ahora