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Sofia - Vendida al millonario

Capítulo 2 El Salvador

Palabras:1524    |    Actualizado en: 15/02/2025

vibrando sobre la mesa

tada en la cama con una copa de vino en la ma

uando veo el nombre en la pantalla, sient

que viene. Miro a Camila, que ahora me observa en silencio

na tensa, y Camila

ea, la voz grave de Ed

of

uelca al escuchar ese

voz de Eduardo no es una

peso de la situación. No puedo escapar de él,

spondo, buscando g

con ese tono que sabe có

Sofía. Sabes que cuando

n el estómago. N

en una hora

manos, y lo dejo sobre la

suave, pero el brillo en sus ojos

esignación. Camila da un sorbo a su copa

o. Ya sabes cómo se pone. -Su voz es baja, pero firme,

verdad en las palabras de Camila. Edua

momento antes de

pero recuerda que yo estoy aquí. Y si

on más dudas que respuestas. Sabía que no podía contar con mu

prepararme, mientras las palabras d

o que le agrade a él, algo que no se olvida en su mente: su mirada siempre apreciando mi cuerpo, mi forma de moverme. El vestido negro, corto, con un escote sutil, es per

a cama, su mirada atenta, como si est

. ¿y qué más? -pregunt

por un

-Mi voz suena vacía, como si las palabras y

solo asiente, y sa

El ambiente es tenso, cargado de humo y música electrónica a todo volumen. Camino hacia

perando. Eduardo está allí, de pie, con su típica mirada calculado

s levantando la vista de los pape

anteniendo la calma, aunque

cierra tras mí, y el sonido de la música del club parece desvanecerse por un in

jó de ti -dice, su

sintiendo el nud

egunto, aunque ya pued

a en su silla, cr

con lo que se esperaba. -Su voz es fría, distante

la primera vez que pasa esto. Pero nunca es fácil,

tratando de mantener la voz firme, per

n silencio, y luego se pone de

i los clientes no están contentos, entonces todos lo pagamos. -Su t

se aprieta. Cada palabra de Eduardo

-digo, baja

a sonrisa fría que nunc

e que no vuelva a pasa

r algo más, Eduardo se vuelve hacia la ventana

No quiero per

o más en mi pecho. Pero no puedo quedarme. No puedo protest

l aire frío del club me recibe de nuevo, pero nada de es

do que la conversación ha terminado. El aire del club, denso y pesado, me recibe al otro lado

to de salir, escucho su

e crees

umna vertebral. Mi cuerpo reacciona antes que mi

o algo en el escritorio, pero s

dado permi

una losa. Mi respiración se detiene por un

sin palabras. Lo sé, lo he sabido siemp

mí, y su rostro está completamente serio. La

dí. -Su tono es más suave, pero su mirada

a por dentro, pero no puedo

ga? -pregunto, aunque sé

lentamente a mí, sus pasos suaves pero firmes. Siento cómo su

s hacer nada sin mi permiso. Nada. -Su voz se vuelve

estoy atrapada en este ciclo, que no puedo escapar, que

nto, mis ojos fi

tie

satisfacción y, de nuevo, se

e gustaría que lo pensaras. Per

te, con la sensación de estar caminando sobre un hilo muy delgado. Y, sin mirar atrás, vuelvo a

situación. Eduardo fue mi salvador de una gran deuda que contraje con personas como Alexander. Ahora

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