El Milagro de Navidad
ma Noch
a rincón de su hogar, cada objeto en el que reposa su mirada, la remite a Manuel, como si él estuviera todavía presente, enredado en los hilos de su vida. Desde
. En su hijo encuentra una fuerza que ni ella sabía que poseía; una fuerza para levantar
ón de serenidad, esa paz inalterable que siempre le transmitía. Es en esos momentos cuando siente que Manu
icarle es doloroso, pero a la vez le brinda la oportunidad de compartir quién fue Manuel, ese hombre qu
ue cada palabra se sienta como un r
como un padre, la escucha sin juzgarla y Julia, con esa paciencia de madre, le ayuda con Dylan, aliviando su carga cuando se siente superada. Sabe que sin ellos no habría podido soportar el peso de esta pérdida y agradec
e parecían eternos le da consuelo. En esas memorias, encuentra la fuerza para creer que, aunque Manuel no esté físicamente, su amor y su protecc
do, Manuel sigue cuidándolos. Aunque la ausencia sea un dolor constante, su amor es la fuerza que la impulsa, y Dylan, su razón para seguir adelante.Esa Nochebuena, como un eco que vuelve en los momentos de soledad, Flor recordaba cada
eres mi vida. No sé cómo agradecerle a Dios que estés aquí, conmigo. Cuando pienso en todo l
e el amor pudier
n lo mejor qu
hablando, sosteniendo su mano con fuerza, como
sin entenderlo, sin saber nada de lo que vendría después... Tú eras mi sueño y ve
ijo, dormido en los brazos de su m
adivinara, la abrazó, acercándose a su oído, hablando en
mo y siempre lo haré. Pase lo que pase, estaré a tu la
atitud. Sintió el calor de sus palabras rodeándola, dándole esa certeza de que siempre estarí
do de los fuegos artificiales, y Manuel, sin dudarlo,
jo con seguridad- Cuida de nuestr
eña llamada de emergencia. Nos q
se último eco resonando en su corazón. Aquellas palabras, esa promesa de amo
ochebuena como el recuerdo de un amor eterno, la certeza d