Amor, Ambición y traición
silencio comenzaba a dominar el lugar. Sin embargo, en su habitación, **Daniel** no podía encontrar descanso. Las palabras de Clara seguían resonando en su mente desde su c
oy tú, Daniel."** Esas palabras le habían dolido más de lo que quería admitir. Pero algo más le preocupaba aún más: los sentimientos que se hab
rta. Era suave, casi imperceptible, pero suficiente para llamar su atención. Pensó que sería uno de los sirviente
**Cl
mblante desafiante que tenía cuando la vio por última vez. Su rostro estaba enrojecido, y su caminar, tambaleante.
con voz ronca, tratando de mantener la cal
nó lentamente hacia él, sus ojos fijos en los de Daniel. Estaba borracha, sí, pero había alg
se peligrosamente al borde de la cama-.
se un poco de ella, sin saber cómo reaccionar. Su respiración se volvió pesada,
oz baja pero firme, poniéndose de pie rápidamente-. Estás
ue sus dedos se deslizaron por el pecho de Daniel, sobre la tela de su
supone que debes hacer. Siempre lo que papá
seo, y un dolor que Daniel no había visto antes. Su mano continuó explorando s
rtando su mano. Quería mantener la distancia,
esto. Tú no... -empezó, pero
¿Y tú, Daniel? ¿Vas a seguir siendo su perrito faldero, obedeciendo sin cuestionar? -preguntó Clara con
var por la cercanía de Clara. Su corazón latía con fuerza, pero se alejó
sas palabras sonaban huecas. Clara estaba sacando a relucir lo q
y se dejó caer en la cama, su
re haces lo que él dice? ¿Por qué sigues sus órdenes como si no tuvieras otra opció
como si todo el peso del universo cayera sobre sus hombros. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía s
miedo. Sus ojos estaban clavados en los de Clara, buscando alguna se
una mezcla de dolo
pero no es tan buen mentiroso como cree. Y tú... -Se incorporó de nuevo, mirándolo co
r un golpe. Nunca había querido que Clara supiera la verdad, no de esa m
in saber qué decir. L
evamente, esta vez sin la coquetería de antes.
erlo. Mi padre te convirtió en un asesino. Y ahora... ¿Qué? ¿Vas a segui
na de ira y desesperación. La verdad dolía, pero
entir el calor de su aliento-. Te has dejado atrapar por él. Te ha conver
smoronaba. Todo lo que había construido, su nueva identidad, su papel en el mun
ondió Daniel finalmente, con la voz rota-. Lo
ez, sus ojos se suavizaron, pe
ero eso no cambia lo que hiciste. Y ahor
mientras caminaba hacia la puerta. Antes de salir, s
iel. Porque seguir siendo el p