Padre soltero busca niñera
a y noto la tensión q
r en esta cocina sea algo que odie. Es perfecta . La miro mientras observa los nuevos electrodomésticos de gama a
rse con la mirada atónita de Amelia . ̶ La única persona que lo hací
que está en mi mano cada día para mantener a Lucy
a mi piel. Sus ojos destellan y el color verde da paso a motas doradas tan cerca que me hipnot
feliz que nunca, lo cual es trágico y maravilloso al mismo ti
y muevo el cuerpo hasta casi rozarnos, y ella siente mi aliento en la frente mientras mira fijamente hacia d
Es muy sexy que quiera a Lucy tanto como lo hace, y admiro esa cualidad en Luc
nos cuantos, pero todos son calientes y me despierto para excitarme cada maldita vez. L
lo. Come comida sana, le doy mucho cariño y toda mi atención cuando estoy con ella, y está cogien
mundo parece contento con los p
uiero perderlo. Tanto dinero que no tengo problema en jugar a las casitas aquí, sobre todo cuando Lucy me
hace aún mejor, aunque me enfada. Sus habilidades en el hielo son insuperables, incluso las de mi hermano
e no fuera Lucy y tal vez su familia, podría
stoy ni mucho menos cansada, pero Lucy se despierta por la mañana indep
iscusión, sé que no conseguiré dormir
asiento y pienso e
tenerme. Quiero entender por qué es así y entonces se acercó más a mí. Estaba tan enfadado
lla asiente, ten
itación, Cloe . E
ón sexual. Tiene sentido, dada la situación
orto a ese hombre. Quiero a
caliente, Amelia . He leído mucho
tamente, Cloe . Si pasara algo, eso sabotearía todo el trabajo que he hecho . Revuelvo mi helado, persombroso tuyo, pero es hora de vivir. Quieres a este tipo y yo
forma de vivir, Cloe
ste tipo, Amelia. No puedes
UC
ndo y la sangre acudiendo a mi poll
que se da cuenta de que se está convirtiendo en algo completamente distinto. Diablos, que
coño
mo que no vaya hacia ella. Esto tiene que acabar ahora mismo
és confía en ti . Cierro los ojos. ̶ Está
se detiene a escasos centímetros de la madera, vacilo mientras cada parte lógica de mí grita que me dé la vuelta, que me vaya. Pero
ecedor en la quietud. La puerta se abre y ahí está ella. Amelia . Se queda sin aliento en cuanto me ve y
scutíamos, pero ahora más suaves, más vulnerables. Lentamente, como atraído por una fuerza que no puedo controlar, levanto la mano y rozo co
pero son nuestros rostros los que se acercan aún más. Cierra los ojos y mi frente se apoya s
entras seguimos respirándonos mutuamente. Mi nariz roza la suya, una caricia lenta y suave que me produce un escalofrío.